No son frecuentes unos postes de circulación que muestran un rombo amarillo con la silueta en negro de una pata seguida de dos patitos con la leyenda “deixaos cruzar”. Están situados en la carretera que bordea el Auditorio de Galicia, en Santiago de Compostela, en el tramo que enlazaría el regato de Salgueiriños, ahora subterráneo, con el estanque donde juguetean apacibles una tropa de patos. Me agrada el detalle de respetar a los animales, como también me agradó leer que en el término de Cambre han iniciado las obras para construir bajo la carretera AC-221 un paso hacia el embalse de Cecebre para las nutrias. Ese “deixaos cruzar” referido a patitos me arrancó un espontáneo “dejadlos nacer”, dirigido a nuestra sociedad, alusivo a los miles de abortos que se producen en este país. Me surge el imperativo ¡dejad nacer! a esos miles de criaturas que inocentes, y vivas ya en el vientre de sus madres, son masacradas por el egoísmo humano. Ignoro las últimas cifras de abortos —dicen interrupciones voluntarias del embarazo para disfrazar un término que pesará siempre sobre las conciencias— en nuestro país, pero de otros años recuerdo que se llegó a sobrepasar la cifra de los cien mil. ¡Qué pena, casi tratamos mejor a patos y nutrias!