Un primo mío barcelonés, de madre, dos abuelos y una abuela catalana y la cuarta almeriense, se me quejaba del abandono padecido por el electorado de centroderecha y con sentimientos tan catalanes como españoles, por el naufragio de los partidos constitucionalistas. “¡Nos hemos quedado huérfanos!”, decía, y que votaba con la nariz tapada y a quien consideraba el mal menor. Una nunca ha sentido a los poderes políticos de un modo filial, pero sí puede comprender que todos esos españoles de Cataluña amenazados de desarraigo por la larga mano sectaria del independentismo más odiador, supremacista y golpista, que prefiere derivar un niño enfermo de cáncer a Suiza para no mandarlo a Madrid, pusieran su confianza en las formaciones que prometían protegerles en su condición de españoles hasta el fin. Prometieron todo e incumplieron más. ¡Cómo no sentirse huérfanos los votantes de centroderecha que dieron la victoria a Ciudadanos, después de que el PP catalán se estrellara, por culpa de sus divisiones y tibieza, al ver cómo su lideresa daba la espantada para hacer carrera política en Madrid!

Eso ya es historia y de la triste, pero si profundizamos un poco y abandonamos el sangrante caso catalán, es posible que la orfandad política de mi primo sea más común de lo que nos gustaría reconocer. Tras el fracaso de Rivera y las incoherentes actuaciones de Arrimadas, está claro que el votante del resto de España de Ciudadanos, de centro, moderado, constitucionalista y liberal se ha quedado huérfano también. ¡Y qué decir de los socialistas de la vieja escuela, que es que lo del gobierno Frankenstein es una creación de Rubalcaba, por si alguien lo ha olvidado, cuando ven la deriva de Sánchez, que no creo que salgan a pitarle como todos los que, cada vez que aparece en público aprovechan para el abucheo, pero a lo mejor se quedan con las ganas!

Desconozco qué orfandad sienten quienes confiaron en Iglesias. Pero ¡qué decir del PP y Vox y sus disputas y trifulcas que propician un Sánchez para rato! Un panorama de huérfanos políticos se me antoja España hoy. Así de claro.