María Cristina Iglesias, entre otros autores, se encuentra en ese momento en que estamos llamados a ver a otras personas con ese halo de misterio que es la poesía.

Y como ella, son muchos los que abren sus brazos ante la Madre Ganga o ante una ciudad como Santiago de Compostela o La Meca, llenas estas ciudades de un gran abanico de historia. Lo que las une a todas no es quizás el fervor religioso o sagrado, sino ese encuentro que se produce entre personas procedentes de todos los ámbitos profesionales creando algo muy importante: hablamos de un gran círculo de amistad.

Fue Gonzalo López Nadal y Anil Dhingra los que se unieron para coordinar un trabajo también con varios autores y, mientras escuchamos las noticias y vemos multitudes de problemas, solo nos queda abrir las páginas de Encuentros Culturales. Indo-Españoles. (1956-2016) Mitos y Visiones para “abrir la mente” si podemos a otros horizontes. Pues según la Embajada de España en Nueva Delhi: “La cultura es hoy uno de los pilares más importantes de la acción española en la India. El español despierta cada vez más interés en colegios y universidades”.

María Cristina Iglesias, en su anterior obra, La máquina de escribir y otros relatos, es muy posible que haya sido esa obra con la que Iglesias ha escrito Con la voz del alma, en donde en uno de sus poemas parece estar harta de todo:

“Hoy, me declaro oficialmente harta de este mundo.

Harta de la hipocresía,

harta de palabras vacías,

de noticias ficticias,

de redes fatales que nos controlan,

que nos manipulan,

que nos abducen”.

Pero no todos los poemas son un canto a la fatalidad o al desasosiego, sino que en Luna sobre el Ganges escribe:

“Luna llena sobre el Ganges,

reflejando su esplendor

y surcando su silueta,

algunas barcas y velas

brillan con su resplandor”.

Y en su portada, un cuadro de Amanecer en el Ganges de Rafael Torres Merino.

Igual que en su momento hizo Rodhes con paciencia esperando ese encuentro, Dos años esperando reencontrarme con Steve. Sentarme con él y dibujar juntos, tendremos que hacer otros y seguir los poemas de María Cristina o entrar de nuevo en la Cuenca del Ganges, en su día un enorme lugar rodeado de pueblos en la distancia pero pueblos al fin y al cabo.