No han sido necesarias grandes campañas. El bofetón del actor Will Smith al presentador en la entrega de los Óscar por una desafortunada referencia a la calvicie de la esposa de Smith, debida a una alopecia, ha marcado la edición del 2022. Por la diferencia horaria, la prensa escrita española de ese día no puedo recoger la noticia en sus páginas, pero los informativos digitales y las emisoras radiofónicas y televisivas no han dejado de airear el suceso, y con ello una cola interminable de opiniones y reflexiones de todo tipo que han arrebatado la actualidad a los restantes acontecimientos como la guerra de Ucrania, el plante de los camioneros, la mínima rebaja de los combustibles, y tantos más sucesos. Y es que periodísticamente el hecho del bofetón aglutina interés, por la notoriedad del personaje, y valores humanos —condenables algunos como la violencia, el sarcasmo—, pero que han sido definitivos para que importe al público, y de ahí su presencia en los medios con infinitud de matices y enfoques. El valor humano de ser personajes archiconocidos, a la vista de todo el mundo, reaccionando en defensa de la esposa ofendida, adobado además por el ingrediente de lo racial. ¿Sería igual si el presentador hubiese sido blanco, nos preguntamos muchos?