Estamos acostumbrados a que los autores escriban páginas y páginas contando historias que rayan entre una ficción y una realidad bajo el punto de vista de quien cuenta una historia u otra o incluso del lector que la lee.

Han sido muchos los autores que con una libreta en la mano han visitado la extensa geografía española y han escrito no uno sino varios libros en torno a este tema.

Les han ocurrido experiencias que ni ellos mismos saben el porqué de las mismas.

El mundo de los ovnis es tan complejo y tan rico en matices que cuanto uno más se introduce en él menos sabe y no es una frase hecha.

Igual que los seres humanos o las propias religiones se han adaptado con el paso de los tiempos o han dejado esa frase en su momento tan comentada.

No serán investigados los propios investigadores

Lo que a José Antonio Caravaca le ha sucedido es como si estuviera ante un cadáver y le tocara estudiarlo muy a fondo y a extremos que ni él mismo sabía.

Al despertar y escuchar que el Pentágono tiene esas pruebas o que hay falsos ovnis en los cielos o que el fenómeno como tal es algo de lo que hablan unos indocumentados… O que incluso se han dado a conocer casos de ovnis vistos por militares, pero no son los más importantes, no podemos dejar de hacernos preguntas.

¿Cómo es posible hablar así y estar ante un fenómeno que ha sido documentado una y mil veces?

Lo cierto es que los casos, creamos en ellos o no, son apabullantes; otra cosa son las distintas palabras que se utilizan a la hora de divulgar o razonar un tema. Es lo que plantea Caravaca en su obra.

“Los encuentros con ovnis surgieron como un nuevo tipo de folclore sobrenatural-tecnológico en el seno de la sociedad contemporánea que se creía a salvo de este tipo de supersticiones. Pero pronto se descubrió que las tramas e historias de estos supuestos contactos con civilizaciones extraterrestres tenían extraordinarias semejanzas con añejas crónicas de otros tiempos. En la imagen, los ufonautas observados por Rosa Lotti no desentonan con el conjunto de una representación de hadas y duendes del bosque”, afirma Caravaca.

Antes lo hicieron desde Argentina el investigador, que primero fue actor, Fabio Zerpa o el director de la editorial Cydonia residente en Galicia, Carlos Fernández, quien en sus trabajos nos hablaba de esa Galicia heterodoxa o hace unos días de ese Camino de Santiago mágico. Hasta un gallego sabio como le llamaban a Óscar Rey Brea trabajando ya en el Observatorio Meteorológico coruñés hablaba de los ovnis, platillos volantes o no identificados cuando dichos términos, junto a un humanista llamado Salvador Freixedo que aún no había dejado a los Jesuitas para abrir una senda a lo explorado siendo de O Carballiño en Ourense, no eran conocidos.

Realmente, de qué estamos hablando…

José Antonio Caravaca, con su nueva aportación al estudio e investigación, nos ha hecho llevarnos las manos a la cabeza. Lo hemos escrito bien, llevarnos las manos a la cabeza con el gran trabajo que ha realizado. No estamos quizás ante la mente de los ovnis sino ante una antología que el autor ha ido buscando e intercambiando información y contrastando unos datos con otros hasta donde ha podido hacerlo. En su trabajo se ha rodeado de lo mejor hilvanando las teorías de los grandes investigadores como el francés Jaques Vallee con su célebre Pasaporte a Magonia o el profesor Josep Allen Hynek y su proyecto Libro Azul siendo asesor científico de la Fuerza Aérea Norteamericana.

Ha querido hacer un homenaje a esos estudiosos que mucho antes que él y otros comenzaron a picar en piedra y resultaron en ocasiones ser totalmente unos incomprendidos para la época que les tocó vivir al hablar de una hipótesis de trabajo y de un tema que tenía en ese momento todas las luces y sombras que a muchos les ha sugerido, aunque un objeto metálico sobrevolara por encima de sus casas.

La ciencia o la honestidad

Muchos de los autores ya no están entre nosotros y quizás estaban mucho mejor preparados en todos los sentidos que los actuales… No lo sabemos. Lo que sí es cierto es que Caravaca no se queda con eso sino que hace de Doctor Bell y Sherlock Holmes en compañía de Watson para describir a sus lectores con una prosa ágil y amena cómo se inició en este mundo y al mismo tiempo en cada página sitúa una información totalmente detallada de cómo ha conseguido las distintas informaciones que forman parte del cuerpo de su libro.

Un tema como este necesita disciplinas como la filosofía, la física o la sociología e incluso la psicología que nos hace acordarnos de Carl Gustav Jung, que también aparece en estas páginas y parece estar al tanto con sus De cosas que se ven en el cielo. Eso sí, como un buen aperitivo para comenzar a leerlo no puede dejar de lado su aspecto andaluz en cada terminación de cada frase del mismo.

Detrás de un trabajo siempre nos queda una biografía de su autor u otros estudios que le han llevado al actual. Y una palabra que echamos en falta en ocasiones la ética y no la de Spinoza precisamente.

Desde La última profecía de Julio Verne hasta su antigua obra, que muchos no llegaron a entender, bajo ese aspecto denominado Distorsión entre otros muchos textos que parecen no ser algo distinto sino al mismo tiempo formar parte de un todo que lleva desde los distintos fenómenos paranormales ocasionados por estos encuentros cercanos hasta las abducciones e incluso al síndrome, nunca mejor dicho, del maligno hacen de estos estudios, entre otros, algo sumamente interesante. Por eso afirmamos de nuevo, realmente de qué estamos hablando.