• Crónica musical del concierto de la Orquesta Sinfónica de Galicia el viernes 30 de septiembre en el Palacio de la Ópera, con tres cuartos de entrada 
  • ‘Sinfonía imposible’ de A. Márquez, y ‘3º Sinfonía’ de J. Brahms
  • Dirección de Alondra de la Parra

¿Se pueden abordar temas actuales por medio de la música que hagan pensar y reflexionar a los oyentes? Pues sí. Con un título descriptivo e imaginación, uno puede imbuirse en temas tan manidos y discutidos estos días como el cambio climático, la resiliencia, la igualdad de género o la empatía y todo por medio de sonidos sin soltar una palabra. Así arrancaba una nueva temporada en la cual la Sinfónica de Galicia recordaba acertadamente en su programa de mano al gran Antón de Santiago, fallecido hace unos meses y al que echaremos de menos en los conciertos.

Tocaba estreno europeo de la Sinfonía Imposible, un título muy sugerente y muy de marketing para los tiempos que nos toca vivir. Obra facilona de escuchar, sugerente, abierta a la imaginación y que viene como anillo al dedo a nuestra orquesta para mostrar el nivel artístico de los solistas que la integran, porque casi todos los movimientos de la misma incluyen unos dúos con exigentes destrezas musicales al alcance de pocos, lo cual es insólito de ver y a la vez reconfortante por la demostración del nivel de exigencia de los músicos de esta orquesta. A los mandos, Alondra de la Parra, muy segura toda la noche, pero sin magia que la hiciera abandonar su zona de confort. Tras unos dubitativos treinta segundos iniciales de la orquesta, propios del ajuste inicial, la formación fue de menos a más, demostrando que se siente cómoda en cualquier repertorio, pero más en uno consagrado.

El plato fuerte venía en la segunda parte, y vaya si vino. Maridar Brahms con algo aún eleva más la música del alemán. Lo percibes cuando arrancan esos dos compases iniciales de metales que te desgarran cuando entra la cuerda y ya te cautivan. Versión muy contenida y medida de De la Parra, que, en mi apreciación, no quiso salirse del guión trabajado en los ensayos, sin buscar límites sonoros ni grandes contrastes. Me habría gustado o me esperaba más pasión hacia la orquesta, tenerla y mantenerla en vilo, apaciguar bloques de acompañamientos para destacar más otras secciones, ligar más las secciones. Soberbios todos los dúos de solistas en Márquez.

Eso sí, no puedo ponerle ningún reproche, aunque personalmente no me gustan los golpes facilones de batuta al llegar al pico de la frase. Quitando manías personales, es una muy buena directora que nos hizo coger la temporada con más ganas que nunca.

Nos espera una temporada apasionante por delante, con unas secciones muy en forma, como se vio en el esperado tercer movimiento de Brahms, en el que una escasa sección de chelos nos ponía la piel de gallina, y esas maderas con los finales al dente.

Destacó Ferrer al clarinete durante toda la noche, muy especialmente en Brahms, donde supo encontrar ese plus para llegarnos al alma, pero sobre todo Bushnell a la trompa: qué manera de tocar, perfecto cuando doblaba a la flauta, espeluznante en sus solos, sin un solo fallo, con un color y un timbre como si manejara una inexistente trompa Stradivarius.

Lo dicho, apasionante temporada la que nos espera, con un “desfile” de posibles directores titulares que irán examinándose a cada concierto (y ojo, a cada ensayo). En mi opinión, en la elección del próximo titular deberá pesar su trabajo semanal en los ensayos, de implicación con la orquesta, de vida en nuestra ciudad, de ganas de mostrar Coruña al mundo y de mantener y elevar a la OSG hacia cotas infinitas. De momento De la Parra y que pase el siguiente.