Tú y yo somos tres

Una Reina jamás lleva cuernos, y si los lleva, no se entera

Ferrán Monegal

Ferrán Monegal

Ya están colgados en HBO Max los cuatro capítulos que David Trueba y Jordi Ferrerons —producidos por Lavinia— le han dedicado a la reina Sofía. Sofía y la vida Real es un intento de aproximación documental a una Reina de España cuya trayectoria, carácter y vida han estado siempre envueltas en una opacidad, un misterio, indiscutibles. Sofía ha sido una reina con difuminada figura.

Este trabajo televisivo, además de una importante parte videográfica de archivo, se ha estructurado a base de un corpus opinativo que en general ha confluido en un retrato compartido: nadie la conoce a fondo, las únicas amigas de Sofía son su hermana Irene y su prima Tatiana, apenas hay imágenes suyas paseando o comiendo en algún restaurante de Madrid, y además le sigue costando hablar castellano, porque su idioma de toda la vida es el inglés. ¡Ah! Esta lejanía existencial, en este documental se transmite muy bien, apuntando razones que la explican. De entrada, un matrimonio de recurso o conveniencia con Juan Carlos, cuando el que ella quería era a Harald el noruego.

Y luego ese golpe definitivo, cuando en enero de 1976 se va con sus hijos ‘a darle una sorpresa a papá’ que en teoría estaba cazando en los Montes de Toledo. “¡Y al entrar en una habitación de la finca se lo encuentra follando con una señora!”, cuenta un excitado Jaime Peñafiel. Y Pilar Urbano remata la crónica de aquel día contando lo que le dice a Sofía su madre, la reina Federica: “A una reina su marido nunca la engaña, y si la engaña, no se entera”. O sea, traga, aguanta, y los cuernos que llevas haz como que no existen. ¡Ah! Así comenzó este teatro, que ha durado casi 50 añitos. Esta realidad de esposa engañada, estafada, burlada y cornuda concita una mezcla de lástima, respeto y ternura. Pero algún opinador ha advertido, con buena puntería, que es más difícil comprender su silencioso papel ante las tropelías económicas de su marido, de las que también ella se ha beneficiado mucho. Desliza este documental la impresión de que Sofía ha tragado por su única pasión: su hijo Felipe. Ver abdicar a Juan Carlos, y ver a Felipe coronado rey, puede que haya sido la gran venganza, y a la vez satisfacción, de su vida.

También ha sido enternecedor ver a periodistas que han formado parte muchos años del cortejo mediático de Juan Carlos y Sofía contándonos ahora lo que durante tantos años omitían.

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