Las cosas de Freddie
Me fascina la vida de las cosas. Esos objetos que han sobrevivido a guerras, divorcios, modas, mudanzas o trifulcas de herederos. Si las miras bien te susurran su historia. Por eso frecuento anticuarios. Por eso me fascinó la exposición del fotógrafo Jordi Baron en la sala Artur Ramon Art, Domus Barcino, en Barcelona: imágenes de pisos que se estaban vaciando tras la muerte de sus dueños. Allí aprendí que hay casas de dos tipos: las que se desintegran justo después de la muerte de quienes las armaron y las que sobreviven intactas e inquietantes varios años, hasta que los herederos dejan de pelearse o se arman del valor necesario para enfrentarse a su memoria o, simplemente, necesitan el dinero. Hay una casa en Londres que pertenece tal vez a la segunda categoría, aunque aún esté habitada. Se trata de Garden Lodge’s, la mansión de estilo georgiano que fue de Freddie Mercury, y que heredó su exnovia y mejor amiga, Mary Austin.
Las cosas de Freddie Mercury no son chucherías, desde luego. Se armó un buen revuelo cuando Austin anunció, hace solo unos meses, que iba a subastarlas. A muchos tal vez les gustaba imaginar la casa como un escenario intacto, poblado tal vez por el fantasma de su antiguo dueño. El lugar elegido es Sotheby’s, claro. Mientras llega la hora los responsables han abierto al público una exposición (Freddie Mercury: A World On His Own) que se parece a un acto de caridad bien entendida: ya que esos objetos están fuera del alcance de la mayoría de mortales, por lo menos se nos permite verlos de cerca. También han editado un lujoso catálogo que puede comprarse en Internet por unas módicas 50 libras. La exposición es visitable hasta el próximo 5 de septiembre al mediodía. Luego, las cosas se esparcirán por el mundo, porque ese es el destino de las cosas. Irán a parar a otras casas, donde engrosarán otras pilas de objetos, que a su vez terminarán desperdigándose. Eso sí, las nuevas casas serán de gentes con bolsillos abultados. Recordemos que en una subasta parecida se pagaron 4,8 millones de dólares por el vestido con el que Marilyn Monroe le cantó Happy Birthday, mister president a J. F. Kennedy, poco antes de la trágica muerte de ambos. Y es que la muerte, lo saben los expertos, siempre favorece una puja.
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