El desprecio al pacto

Álex Sàlmon

Álex Sàlmon

Pactar para qué, se preguntan algunos. Pacto sobre qué cuestiones y a partir de qué lógicas. Porque las lógicas de los acuerdos son fundamentales para que concluyan en algo. Pero la política española, ya saben, está repleta de recelos. No está claro que la militancia de Junts, por ejemplo, acepte cualquier tipo de pacto con Pedro Sánchez que no pase por la amnistía y el referéndum. Cualquier documento que no incluya estos dos puntos será visto como una bajada de pantalones. Así piensan muchos militantes, pero ¿y los dirigentes, que son los que al final deciden?

Solo existe un espacio posible donde esa línea pudiera sentirse complacida. ¿Una silla en la mesa del Congreso? Ni amnistía, ni referéndum. Es una buena jugada. Qué mejor manera de erosionar al Estado: desde dentro. Claro que sentaría como un directo al estómago, no solo en el PP, sino también en muchos sectores del PSOE.

Junts no es la única formación que ve con reparo, o hasta con desprecio, posibles pactos. También cierta militancia ilustre del partido de Abascal. ¿Pactar con el PP? ¡Dónde está escrito! ¿Y sin entrar en el Gobierno? El sector más híperconservador y falangista de Vox, que se marchó del PP por entender que era una formación llena de complejos y traicionaba los valores morales, desprecia pactar con Feijóo. Y en este momento son los que mandan.

Para entenderlo habría que profundizar sobre los orígenes de la formación de extrema derecha. La mayoría de sus dirigentes salen del PP. Pero siempre ha existido una diferencia entre aquellos que priman las cuestiones económicas frente a los que priorizan su moral y una visión cerrada de la unidad de España. Ese es el cisma que se comienza a evidenciar y acabará siendo un lastre en caso de repetirse elecciones. Ser neoliberal o hipercatólico.

Por un lado, o por otro, y con las diferencias oportunas entre todos, pactar no acaba de estar bien visto. Me refiero a pactos de Estado, que son los que marcan la tendencia. Que nadie se equivoque. Llegar a acuerdos en ayuntamientos, comunidades autónomas o hasta en una Diputación no pasa por líneas de concepto. Hasta Junts y el PSC lo hicieron hace cuatro años y con la resaca del 155 encima. Cuestión de niveles.

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