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Elogio de los ODS

Antonio Papell

Antonio Papell

El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron en Naciones Unidas un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 15 años. Para alcanzar estas metas, todo el mundo tiene que hacer su parte: los gobiernos y el sector público, el sector privado y la sociedad civil.

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) forman una especie de ética laica: se pretende mejorar las condiciones de vida de todos los habitantes, preservar el medio ambiente deteniendo en lo posible el cambio climático, extender un aire de libertad genérica que preserve los derechos humanos. Pero los ultras los han tergiversado, en términos que ha resumido así Patricia R. Blanco: donde la ONU dice “educación de calidad” (objetivo 4), “igualdad de género” (objetivo 5) o “reducción de las desigualdades” (objetivo 10), la extrema derecha prefiere leer adoctrinamiento, destrucción de la familia o invasión migratoria.

La ultraderecha global, desde el trumpismo a Vox, critica estos objetivos porque a)-.son globalistas; b).-son ecologistas y conservacionistas c).-son liberales. Trump lo expresó con estas palabras de 2018: “Rechazamos la ideología del globalismo, y abrazamos la doctrina del patriotismo. En todo el mundo, las naciones responsables deben defender las amenazas contra su soberanía, no solo de la gobernanza global, sino contra otras nuevas formas de coerción y dominación”.

Por fortuna, gran parte de la humanidad no es nacionalista sino solidaria; no aspira a la hegemonía sino a la convivencia; y está mucho más preocupada por el hambre en el tercer mundo que por el folklore de las elites.

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