Los canelos de la lengua
Las lenguas de España nos siguen dando momentos para el debate. Cansino, desde el punto de vista de un bilingüe radical. Pero es el escenario. La fotografía. Es importante que en el Congreso se hable catalán, gallego o vasco desde el punto de vista institucional. Queda claro, de esta forma, que las tres, junto al castellano, son lenguas de España.
Lo importante no es solo que sean herramientas de comunicación. Que lo son. Además, se convierten en el acomodo de tres culturas que albergan detrás escritores, dramaturgos, cantantes, poetas que las utilizan y configuran espacios de creación, algunos apasionantes.
Cierto que, durante mucho tiempo, al menos en Catalunya, la lengua se ha utilizado como herramienta política intentando crear espacios mentales propios y separados de la cultura y con intereses espurios. Pero hablar o crear en nuestras cuatro lenguas es una labor de la que se enriquece la sociedad. O nuestras diferentes comunidades. Como quieran llamarlas.
Acostumbro a coincidir con Borja Sémper. Me parece un político que asimila el sentido común en positivo hacia los debates que pueden ser sociales o políticos. No entendí sus declaraciones sobre que utilizar el euskera en el Congreso era “hacer el canelo”. Afortunadamente pensó después lo contrario y, ya en el estrado del Congreso, utilizó el euskera en alguna intervención, que tradujo él mismo ya que los diputados del PP no se pusieron los auriculares. Una clara señal de su bilingüismo cotidiano.
Hacer el canelo es hacer el primo, según nos concreta la RAE. Y aunque no está claro, viene de la denominación de Primos del Rey que se les dio a los Grandes de España a principios del siglo XIX. No parece que ni primo, ni canelo responda a la evidencia de que las lenguas se utilicen con normalidad para explicar institucionalmente que detrás de ellas deberían existir solo culturas y no herramientas políticas separadoras.
Quienes sí hicieron el canelo fueron los señores de Vox al marcharse del hemiciclo. La inteligencia artificial solucionará muchas de estas cuestiones idiomáticas en dos días. Pero, de momento, hay que defender a los creadores, a la cultura. Y esta es una forma.
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