Error del sistema

Hansel, Gretel y la bruja de la IA

Emma Riverola

Emma Riverola

Abandonados por sus padres, Hansel y Gretel se internan en el bosque hasta que caen víctimas del engaño de la bruja. El niño va a ser el próximo manjar de la secuestradora, pero el ingenio de los pequeños se impone. Ellos acaban libres y la bruja, en el horno. El cuento de los hermanos Grimm es tan cruel como puede serlo la realidad. Advierte a los niños del peligro de los territorios ignotos, enseña a no fiarse de las apariencias, anima a azuzar el ingenio y a sumar fuerzas.

Estos días hemos colocado a Almendralejo en el mapa por la difusión de falsos desnudos de más de 20 niñas. Los presuntos autores o difusores son también niños. Algunos, compañeros de clase de las víctimas. La IA no hace nada que no existiera antes, pero multiplica la inmediatez y la perfección. Es fácil entender la sensación de vulnerabilidad de las niñas. Es un miedo que podemos compartir, cualquiera de nosotros puede convertirse en el involuntario protagonista de la situación más ridícula o perversa que surja de la imaginación del manipulador.

El caso Almendralejo ha despertado una indignación lógica. Han corrido sentidas peticiones de castigo, incluso un clamor por consecuencias penales. “No debe caber impunidad”, afirmó la ministra de Justicia, Pilar Llop. Afloran las exigencias de mayor control paternal sobre el uso del móvil, aunque la mayoría de los niños y adolescentes tienen más dominio tecnológico que sus padres, y ni siquiera hace falta disponer de un móvil para convertirse en cómplice. No son las manos las que deben atarse, es la mente la que corresponde educar y la mirada, modular.

Desconozco el entorno en el que están creciendo los autores y difusores de los falsos desnudos, pero sospecho que en unas familias muy parecidas a las de ellas, incluso intercambiables. Empatizamos inmediatamente con la angustia de los padres de ellas, nos resulta más difícil con las de ellos. Preferimos pensar que son otros, que son distintos.

Como Hansel y Gretel, los niños y las niñas de Almendralejo representan a la infancia actual. Para ellos hay que pensar un cuento que les ayude a transitar por los nuevos territorios hostiles. Cabe encontrar las claves del relato, y decidir su género. Enquistarnos únicamente en la tragedia solo perpetuará los roles de mujer-víctima y hombre-agresor. Es necesaria una didáctica tecnológica y sexoafectiva, también aprender a atravesar y relativizar los escenarios de la falsedad. Y, por supuesto, buenas dosis de épica. Al fin y al cabo, fue Gretel la que lanzó a la bruja al horno y liberó a su hermano.

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