Historia contrafactual de Cataluña

Antonio Papell

Antonio Papell

Parece evidente que en Cataluña se han cometido numerosos errores desde que, con bien pie, el proceso de la Transición auspició la vuelta de Tarradellas, la restauración de la Generalitat, la autonomía del Principado con un Estatuto ampliamente consensuado, una larga etapa de tranquilidad y cooperación —el célebre y dilatado oasis catalán— al mando de Jordi Pujol… que empezó a deteriorarse en el entorno de la retirada del president por antonomasia, quien ya no quiso concurrir a las elecciones de 2003.

Desde este año fatídico hasta hoy han sucedido muchas cosas en Cataluña y en España a lo largo de un proceso plagado de desencuentros que ha terminado generando el estallido de un conflicto grave en 2017. Hoy, con la amnistía como gran monotema nacional y catalán, los sectores progresistas están tratando de recomponer la situación de Cataluña, en sí misma y en su relación con España, pero hay que reconocer que, en tanto no se vea hacia dónde avanzamos, resultará muy aventurado afirmar que la mayor parte de los actores intervinientes en esta representación han aprendido el rol que les corresponde para contribuir a recuperar el rumbo y la envergadura.

En estas circunstancias, y para entender cabalmente dónde nos encontramos, puede resultar útil recapitular la historia que nos precede, e incluso hacer cábalas contrafactuales sobre qué hubiera ocurrido si en lugar de transcurrir todo como transcurrió, lo hubiera hecho de otra manera. Veamos, como simple juego intelectual, dos casos expresivos.

Imaginemos en primer lugar que la reunión fracasada que mantuvieron el presidente del gobierno Mariano Rajoy y el presidente de la Generalitat Artur Mas el 20 de septiembre de 2012 hubiera terminado el acuerdo. Como se recordará, Cataluña montó en cólera cuando el tribunal constitucional en 2010 rectificó, a instancias del Partido Popular, diversos aspectos del Estatuto de Autonomía aprobado en 2006 y ratificado mediante el preceptivo referéndum entre todos los catalanes. Artur Mas, el líder de CiU, acudió a la Moncloa a proponer un pacto fiscal relativamente parecido al vasco con el que el jefe del gobierno catalán pretendía aplacar a sus conciudadanos y que hubiera podido acoplarse a una reforma de la ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas, la LOFCA. Rajoy se cerró en banda y tras dos horas de diálogo de sordos Mas regresó a Cataluña y convocó horas después elecciones autonómicas anticipadas. ¿Qué hubiera pasado si Rajoy, receptivo ante unas exigencias que en buena medida eran razonables y que en todo caso podrían haberse negociado, hubiese llegado a un acuerdo de mínimos con Artur Mas? El 25 de septiembre de al 1012, Mas anunciaban las elecciones para el 25 de noviembre al abrirse el debate sobre política general en el parlamento; el día 27, se consumaba la ruptura: la cámara catalana aprobaba una moción en la que se pedía convocar una consulta sobre la independencia de Cataluña; dicha moción contó con el apoyo de CiU, ICV-EUiA, ERC, SI, DC y el diputado del PSC Ernest Maragall. Significativamente, en aquellas elecciones CiU cayó 12 escaños y ERC subió 11.

La otra construcción contrafactual interesante en esta hora es esta: ¿Qué hubiera ocurrido en Cataluña si no se hubiesen concedido los indultos en junio de 2021 y seis años después del 2017 continuaran en prisión los políticos implicados en el 1-O?

Tras los indultos, la desinflamación de Cataluña ha sido muy evidente, tanto en las esferas políticas como en el interior de la sociedad civil, en la que se habían introducido cuñas muy desagradables incluso en el ámbito intrafamiliar. El retroceso de las formaciones nacionalistas en las últimas elecciones autonómicas y generales indica a las claras que el independentismo ha perdido adeptos, aunque la sociedad catalana siga siendo catalanista y se identifique profundamente con sus principales signos de identidad. Lentamente, las empresas regresan al Principado, que vuelve a convertirse en una de las principales locomotoras del Estado español. Y si se reconoce esa evidencia, será muy difícil mantener la tesis de que la situación sería mejor actualmente de no haber mediado los indultos.

Lo que nos conduce a enunciar una pregunta inquietante: ¿hay verdaderas razones para interrumpir esta desinflamación en Cataluña y regresar a los tiempos de la tensión insoportable? ¿Está seguro el PP de que camina en la dirección correcta?

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