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Un pacto que nace en la UCI

Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Decíamos ayer que el papel lo puede aguantar casi todo. Hay papeles, incluso, que pueden nacer mojados antes de leerlos. Las cuatro páginas que han servido para firmar el pacto de investidura entre Junts y PSOE narran una visión muy particular de la historia pasada (echo de menos la mención a don Pelayo y a Guifré el Pilós) y reciente (¿no se hizo nada bien desde 1978?), justifica el argumentario independentista para subir al monte y proclama, sin ningún pudor, la muerte definitiva e inapelable en España de uno de los padres del Estado democrático moderno: Montesquieu. La separación de poderes a la basura. El expresidente estadounidense Donald Trump, imputado de la cabeza a los pies, estaría encantado con esta violación a la independencia de la Justicia.

De la noche a la mañana todos expertos en lawfare. La nueva palabreja de moda gracias al victorioso y renacido expresident de la Generalitat Carles Puigdemont. Nunca 392.634 votos, un 11,16% de los obtenidos en las elecciones generales en Cataluña, tuvieron tanto peso. Va a ser apasionante la búsqueda del mediador internacional. A ver quién levanta la mano y se presenta voluntario. En el horizonte se aventura más blablablá sobre la necesidad, condiciones y tiempos para iniciar otro proceso estatutario que se vestirá adecuadamente para que esta vez el Tribunal Constitucional le dé el visto bueno al completo.

Hasta llegar a la próxima meta, para acabar de rematar los cuatro folios, no podían faltar menciones honoríficas a la economía y a los deseos para mejorar el sistema de financiación —se resume en crear un cupo vasco a la catalana—, controlar los impuestos y “promover el regreso” de las sedes sociales de las empresas que se fueron a partir de los lamentables y tristes sucesos de 2017. Algunos empresarios migrantes, en voz baja, admitieron que fue la excusa perfecta. Aquel momento quedaba mal decir que había un argumento económico de peso también para irse: el fiscal.

En esos tiempos, siempre recuerdo la justificación (confiar en la respuesta del Estado al desafío separatista) para mantener la sede que dieron eminentes prohombres de la empresa familiar catalana como José Luis Bonet Ferrer, Freixenet, hoy presidente de la Cámara de Comercio de España. Claro que en marzo de 2018, esta empresa familiar catalana se vendía a la alemana Henkell. Por mucho ímpetu, conversaciones y voluntad que se traslade, incluso desde la patronal catalana Foment del Treball , los accionistas y consejos de Administración de las empresas que migraron solo podrían decidir regresar si se recuperan las condiciones jurídicas, fiscales e institucionales necesarias. ¿Riesgos? Que sean los mínimos.

Confieso que nunca imaginé, ni en la peor pesadilla, que Pedro Sánchez, acabaría aceptando este trágala. Mucho almax tendrá que tomar el PSOE en los próximos meses por muchas “profundas discrepancias” reconocidas como previo resumen de los acuerdos firmados, este pacto empieza naciendo en la Unidad de Cuidados Intensivos.

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