360 grados

La realidad paralela de Volodímir Zelenski

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, parece vivir en un mundo ilusorio, en una realidad paralela alimentada demasiado tiempo por su propia propaganda y la del otro lado del Atlántico.

Se le hizo creer que con el armamento prometido por la OTAN podría Ucrania recuperar los territorios ilegalmente anexionados por Rusia, incluida Crimea, donde está la principal base naval de la flota rusa del mar Negro.

Y no sólo eso, sino que, con suerte, su guerra de “liberación” contra el país invasor podría incluso provocar un “cambio de régimen” en el Kremlin, eso que tanto desea Washington.

Nada de eso, sin embargo, ha ocurrido, como llevaban meses pronosticando algunos fríos analistas, no sospechosos de afinidad al Kremlin, pero que no sucumbieron a la masiva propaganda.

Sin embargo, Zelenski sigue erre que erre, convencido de que puede lograr su objetivo con tal de que la OTAN le proporcione todo el armamento y las municiones que necesita para derrotar al “mal absoluto” que es Putin.

Y así se presentó en Washington, tras asistir a la toma de posesión del nuevo presidente argentino, para intentar convencer a los cada vez más escépticos senadores republicanos de que merece la pena seguir apoyando su combate a favor de la luz frente a las tinieblas.

Los republicanos, que afirmaron en su día que el dinero gastado en Ucrania era la mejor inversión para EEUU porque sólo morían rusos —¿y los cientos de miles ucranianos que han perdido también la vida?— tienen ahora otras prioridades: la frontera sur de EEUU y la guerra de Israel contra Gaza.

En Suramérica, Zelenski anunció una reunión internacional que se celebrará en Suiza en torno al próximo foro de Davos y en la que presentará su “plan de paz”: curiosa reunión de la que se excluye al otro protagonista del conflicto: Rusia.

Y ese supuesto plan de paz incluye la retirada de Rusia de todo el territorio anexionado, la entrega de los responsables rusos a la Corte Penal Internacional y la exigencia de reparaciones por todos los daños infligidos a Ucrania.

Lo que exige Zelenski al país enemigo que, aunque él no lo admita, va ganando la guerra, si no es que la ha ganado ya, y que en ningún caso va a devolver los territorios que controla y forman ya parte de Rusia no tiene otro nombre que el de “capitulación”.

El problema que se le presenta ahora a Washington es qué hacer con el líder ucraniano al que se le prometió que estarían con él hasta el final, cómo convencerle de que lo que pide es claramente imposible.

Corren mientras tanto rumores en Kiev de una supuesta lucha por el poder en Kiev. ¿Se busca a alguien más capaz de ver la realidad de lo que sucede y de negociar eventualmente con Putin, algo que, presionado por Londres y Washington, Zelenski rechazó cuando las condiciones eran mucho más favorables a Ucrania?

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