Artículos de broma

Peluquería política

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Dos enseñanzas del siglo XXI: al neoliberalismo no le gusta Hitler y al mercado no le hace falta la democracia. En plata, el neoliberalismo era la cruz de la cara de Hitler, que tenía una forma de ser nacionalista muy antisemita, opuesta a su globalización. Mientras tocó la orquesta global, el neoliberalismo repartió beneficios a los accionistas desguazando empresas en nombre de la eficiencia a cambio de sociedades más difíciles de convivir, con trabajadores que no llegan a fin de mes y ciudadanos que pasan la juventud sin plan ni estabilidad en ingresos y gastos, cabreados y polarizados.

En nada ganarán elecciones, nuevos populistas raros, con programas idiotas y propuestas disruptivas, que se distinguen por sus peinados rarunos, lo que ya le pasaba a Adolfo Hitler con su bigote de vagabundo cómico y su flequillo lamido. Como no hay manera de reconocerlos porque no se parecen físicamente a Hitler, a quien todos dicen odiar, son muy votados populistas de extrema derecha cuya seña es que se peinan raro, como en Estados Unidos Donald Trump, que hace de la necesidad alopécica virtud peluquera, o como en Argentina Javier Milei, con su aspecto rockero de Bruno Lomas a finales de los sesenta. A Boris Johnson nos lo saltamos porque llegó al volante de un partido convencional, aunque no respete ninguna norma de tráfico y dé los volantazos de la derecha del mundo, ajena al grave riesgo de atropello social. Parecía que los fachas del futuro vendrían con la cabeza rapada y las botas de Dr. Martens para patear cráneos, pero de eso hemos librado por los pelos. Para desconcertar más, Meloni o Le Pen lucen peinado de señora, que ofrece tantas posibilidades de color y forma para ser distinto sin resultar raro.

El mundo se ha vuelto punk, se ha abolido el futuro como predijeron los británicos de la cresta iroquesa, y no conocemos la cara del próximo mohicano, que blanda un duro tomahawk, pero hay más datos a partir de Milei, el Jason desenmascarado que empuña la motosierra argentina. El peluquero del populista facha español dejó hace tiempo de barrer pelo en una academia.

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