Inventario de perplejidades

El hogar de los judíos

José Manuel Ponte

José Manuel Ponte

La matanza de Gaza por el ejército de Israel continúa, aunque se percibe el intento de rebajar la dosis de imágenes horripilantes que nos sirvieron los medios desde el inicio de esta acción militar, que una mayoría de observadores no ha dudado en calificar de “genocidio”.

El tiempo dirá si el jefe de Gobierno de Israel, Netanyahu, será juzgado como criminal de guerra o continuará gozando de la inmunidad de hecho que le proporcionan sus vínculos (a no dudar secretos) con los oligarcas de Estados Unidos y sus países satélites. Algo de mucho valor tiene que ser para que una nación con 9 millones de habitantes imponga sus intereses al resto de la humanidad.

Al término de la Segunda Guerra Mundial y con el objetivo de proporcionar un hogar a la población de ascendencia y religión judías que andaba dispersa por el mundo, el movimiento sionista lanzó la iniciativa de buscar un asentamiento estable para los judíos, una parte de los cuales había sido objeto de persecución y muerte por los nazis.

Se barajaron diversas localizaciones, alguna en territorio estadounidense, con el argumento de que la joven República era la “Tierra Prometida” por Dios a Moisés, pero al final se eligió Palestina con parecidos razonamientos bíblicos. Los palestinos llevaban siglos habitando aquellas tierras y observaron, con lógica preocupación, cómo iban llegando, desde lugares remotos, individuos y familias enteras que, en inglés, francés, ruso, alemán y hasta en polaco hablaban de su propósito de instalarse allí para siempre, exhibiendo como título de propiedad algún episodio de la Biblia interpretado a conveniencia.

Y cuando no funcionaban las buenas palabras recurrían a métodos más expeditivos como los empleados por Rabin, futuro presidente de Israel que ponía bombas en los cafés.

Caso aparte son los judíos sefarditas que conservaban las llaves de su casa en Sefarad (España) después de haber sido expulsados por los Reyes Católicos.

La creación del Estado de Israel ya ha sumado seis guerras y no cabe descartar que genere otras. Una especulación muy preocupante, dada la cantidad de armamento nuclear en las manos de Israel y recientemente en las de los ayatolas de Irán.

Mi pariente Paco Cousillas, capitán mercante retirado al que aludí en artículos anteriores, fue quien dio la pista para fabricar una bomba atómica.

La abundancia de talentos entre los judíos (Einstein, Von Braun, Woody Allen, Kissinger, Karl Marx, Sigmund Freud, Joseph Roth, etc., etc.) merecería un destino que no ahogue tanto ingenio en la pocilga del populismo de las cien caras.

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