Ser o no ser padre, como Bertín

Ana Bernal-Triviño

Ana Bernal-Triviño

Hola! publicó unas declaraciones de Bertín Osborne donde indica: “Yo he decidido que no quiero ser padre”, ante el nacimiento del bebé de una expareja. Aparte de la indecencia de la frase, dos apuntes…

Uno. Algunas televisiones han debatido sobre si los hombres deben o no asumir la paternidad, además de comentarios jocosos de “ya verás la respuesta de las feminazis”, lo cual evidencia de qué siglo son algunas cabezas que hoy están en el periodismo. Lo de la violencia simbólica y mediática contra las mujeres, que no pare.

Cómo no, el negacionismo español aprovecha y añora una propuesta de ley de una diputada de Milei, en Argentina, para renunciar a ser padre porque, ya saben, las mujeres son unas “busconas”. Pero vivimos en España y, aunque algunos patriotas no se han enterado, hay un Código Civil que lo regula. No, no se puede decidir no ser padre. Salvo que el progenitor no sea el padre biológico, no podrá renunciar a su potestad. Y ni la separación ni el divorcio eximen. Esto no es un derecho de si lo quiero o no lo quiero. El derecho, en todo caso, es del hijo o de la hija. Y el artículo 154 deja claro que no es solo “dar dinero” sino “velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral”, entre otras cuestiones. Lo importante no es debatir sobre lo que piense Bertín, sino los derechos de ese menor. Otra cosa es que, aun siendo padre, uno decida no ejercer. Pero con eso cada uno se retrata solo y que lleve su cruz.

Dos. Un poco de responsabilidad como ciudadanía cuando se sale a mansalva a levantar a los altares a determinadas personas. Lo digo porque el mismo Bertín provida que aconsejaba a las mujeres no abortar propuso esta solución a esta expareja. Lo digo porque el mismo Bertín enfadado por el colegio donde se celebraba el Día de las Familias y no el Día del Padre porque, madre mía, “dónde vamos a llegar en este país” es el que ahora rechaza ser padre. A ver si ahora entiende por qué, junto a las de padres fallecidos, otras criaturas en las escuelas no tienen necesidad de celebrar un día a una figura, la de padre, que ha estado ausente y que los despreció. No cabe honrar a quien no te cuida. Pero, claro, Bertín era el sensato y la profesora “una loca”, decía. Consejos doy que para mí no tengo. A algunos hijos o hijas no les ha podido pasar nada mejor que crecer con el cariño de unas madres que los cuidaron antes de tener un padre que los rechazó desde el primer minuto.

En fin, este caso podrían los medios analizarlo con otro enfoque: recordar medidas para evitar embarazos, hablar de responsabilidad afectiva, de la historia de tantas mujeres abandonadas por sus parejas y que han sacado a sus hijos solas hacia delante, del relato machista dominante sobre la paternidad, del daño psicológico sobre esas madres recién paridas, los derechos de los menores… Y, de paso, reflexionar sobre a quiénes hacemos líderes de opinión. Los palmeros y palmeras de Bertín no sé qué dirán ahora. El tiempo pone a cada uno en su lugar.

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