Morirse como mérito
María Teresa Campos va a recibir la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes a título póstumo. Si yo fuera hijo o familiar suyo les diría que se la metieran por salva sea la parte. A ser posible no de lado ni de canto. Los homenajes, en vida. Anda que no tuvieron tiempo.
De las 37 medallas de este tipo que el Ministerio de Cultura va a otorgar este año (dar 37 es una manera de restarles valor), nada menos que cinco son a título póstumo. Nos acordamos de la gente cuando se muere. Morirse también es una de las bellas artes. Hay quien se muere todos los días y se vuelve un suplicio insoportable para los demás, hay quien se muere de repente y todos quedamos en shock y hay quien se muere y todos decimos ah, ¿pero estaba vivo? No falta quien no tiene méritos para ninguna medalla pero se muere y ya suma un mérito importante: diñarla.
El morirse suma en este país, es un mérito más. Yo creo que debería figurar en los currículos: estoy muerto. Así se suman puntos. No pocos tribunales que otorgan méritos, en caso de empate, se decidirían, creo yo, por el que estuviera muerto si uno de los optantes lo estuviera. “Para encontrar gusto a la vida, no hay como morirse”, nos dejó dicho Jardiel Poncela.
El inconveniente de premiar a alguien que haya muerto es que no te puede invitar a comer ni devolverte el favor ni darte luego otro premio. O medalla. Por eso hay que tener cuidado con las camarillas a las que uno pertenece, ya que si pertenecemos a una para que nos den chollos, momios, canonjías, premios, etc., hemos de poner cuidado en que alguno de esa camarilla esté vivo y a ser posible ostente un cargo. Ostente suena a ciudad Suiza. Y “ostentar” a hotel de tres estrellas en los Pirineos o a empresa de coches de alquiler. Voy a alquilar un Renault en Ostentar.
A veces las medallas la otorgan quien quiere colgárselas. Ponerse medallas es fácil y deporte nacional, lo difícil es ponérsela a otros y que además estén vivos y tengan méritos para ello. O sea, coleando. En esta tacada medallera hay muchas muy merecidas, claro que sí, no hay que confundir churras con medallas. Ni aplaudir como ovejas merinas.
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