El sistema no cree en sí mismo

Albert Sáez

Albert Sáez

Lo peor del episodio con la ley de amnistía no es cómo ha puesto en evidencia la debilidad de la presidencia de Pedro Sánchez. Lo peor no es la decepción que ha provocado en los votantes de Junts que creían haber recuperado la efectividad de su espacio de representación política. Lo peor no son las idas y venidas del PP que duda entre defender sus ideas en la calle o en el Parlamento. Lo peor es el desgaste al que, entre todos, han sometido a las instituciones. Especialmente, al Congreso y al poder judicial. Tramitar una ley por el procedimiento de urgencia, forzar a la mesa a ignorar las dudas de los letrados y habilitar el mes de enero. Ahí es nada para que al final los que exigieron esa ley y pactaron su texto antes de la investidura voten en contra y bloqueen su tramitación.

Cambiar la investidura por la amnistía ya dijimos en su momento que era una operación arriesgada porque los que no querían la primera nunca apoyarán la segunda. Además, algunos jueces se han opuesto no por razones jurídicas o de defensa de la nación sino porque no han entendido por qué la política les envió un asunto y ahora se lo quita. Y, finalmente, un par de jueces buscan acceder a la categoría de estrellas emitiendo autos de respuesta a las enmiendas que se aprueban o se rechazan en el Congreso. O al menos no les importa provocar esa impresión aunque no se corresponda a la realidad. Como tampoco le ha importado al PSOE provocar la impresión contraria, que legislaba en respuesta a sus autos.

Se puede entender que el independentismo más irredento prefiera desgastar al Estado antes que conseguir la amnistía de sus condenados y encausados, pero cuesta más de entender que el PSOE y los jueces no crean en el sistema que les sustenta. Para que esos autos lleguen a sentencias firmes falta todo un procedimiento judicial que pasa por el fiscal, el Supremo y el Constitucional por donde deben pasar las leyes que se aprueben. ¿Recuerdan?

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