Un negocio de muerte
Hay quien vale más muerto que vivo. Desarticulada una red que vendía cadáveres a facultades de Medicina por 1.200 euros. Cadáveres a 1.200, oiga, que los tengo calentitos.
Los detalles macabros son abundantes. Los cuerpos solo pueden ser donados a la ciencia por el propio interesado o por su familia y siempre gratuitamente. Me pregunto cómo dormirían (tranquilos) los cerebros de este negociete, cómo planificarían sus acciones, cómo mentirían a las facultades. A los familiares.
Se impone la frase de Rafael El Gallo cuando le presentaron a Ortega y éste le dijo que era catedrático de Metafísica: “Hay gente pa tó”. La red aprovechaba también para meter varios trozos de cuerpos en un mismo ataúd y hacer una sola incineración pero cobrando varias. Ya no puede estar uno tranquilo ni muerto. Los malhechores negaban el gran derecho que tienen los que abandonan el mundo de los vivos: descansar en paz. El derecho al olvido sí lo tenemos garantizado: nos recordarán unos pocos allegados a duras penas y poco tiempo. Lo suyo es que dentro de cien años, todos calvos, pero no metidos en un bote de formol contra nuestra voluntad.
Hay que donar órganos a la ciencia y dar vida y tener esa solidaridad corporal, pero no contravenir las leyes ni jugar con la muerte de otros. Eran muertos en manos de gente muy viva.
Se nos va la columna por el lado moralista, pero no nos interesa, nos atrae más bien la psicología de estos delincuentes, tal vez eran de esa clase de personas que te dicen: estaré contigo a muerte. A lo mejor, consuelo, uno de esos cuerpos ha procurado un avance a la ciencia. Lamento si esta columna le está haciendo pensar en la muerte, pero ya nos dejó dicho Fenelón (François de Salignac de la Mothe, clérigo y escritor francés del XVII) que “La muerte sólo será triste para los que no han pensado en ella”. Autor que, sin embargo, no solo pensaba en diñarla, dado que nos legó otro atractivos adagios, como “huye de los elogios pero trata de merecerlos”. Y todavía hay quien encuentra innovadores algunos libros de autoayuda.
No sabemos si esta noticia estará en el ranking de lo más visto en los periódicos o será una de esas piezas que uno no leería ni muerto. Nos va la marcha y nos atrae el mal. Por lo inexplicable que es a veces.
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