Shikamoo, construir en positivo

Ciencia, mujer y... amor

José Luis Quintela Julián

José Luis Quintela Julián

¿Es usted de los que piensan que hay profesiones para hombres y profesiones para mujeres? Si es así, sepa que ello es consecuencia de los hábitos aprendidos en su entorno, de un determinado sesgo cultural. Y es que no hay más que abrir bien los ojos y visitar otros lugares para ver que ocupaciones laborales que en un lugar dado ejercen mayoritariamente hombres, en otros lugares son abordadas más por mujeres, o viceversa. Hombres y mujeres, mujeres y hombres, están capacitados para realizar en general los mismos trabajos. Y es que la variabilidad entre las personas, mujeres u hombres, es tal que no se puede afirmar que ellas o ellos estén más dotados para cualquier actividad. Eso ya es cuestión de cada cual.

Con todo, hay disciplinas en las que sigue habiendo menos mujeres. O en las que las hay, pero sin progresar como ellos a partir de determinados niveles. Yo no lo he podido constatar de forma palmaria en lo que ha ido siendo mi experiencia laboral hasta ahora, y de hecho en general he tenido siempre más jefas al más alto nivel que jefes, pero un vistazo a las estadísticas nos demuestra que, por lo común, ellas tienen un “techo de cristal” más evidente, lo que no quita que este lo suframos también a veces los hombres.

La ciencia no escapa a tal segmentación por género, y ellas siguen siendo menos hoy en los puestos directivos y de mando en tal ámbito profesional. Con las cifras en la mano esto es evidente, y tanto es así que la comunidad internacional, de la mano de Naciones Unidas, ha querido intervenir en ello con la instauración del “Día internacional de las mujeres y las niñas en la ciencia”, en reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica y en la tecnología. Fue en una resolución de la Asamblea General de la ONU del 22 de diciembre de 2015 y, desde entonces, todos los 11 de febrero se celebra tal jornada. Tenía pendiente abordar el tema con ustedes y hoy lo hago. Y es que es importante llamar la atención sobre cualquier dinámica que tienda a dejar atrás en el progreso científico a cualquier persona, no sólo por el hecho discriminatorio en sí, sino porque el menoscabo a las mujeres en tal sentido implica no contar con el cincuenta por ciento de nuestra sociedad. Es, por tanto, perentorio apoyar a las mujeres científicas y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en ámbitos como la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.

Muy en particular, y centrándonos en los ámbitos que impulsan la ya llamada “Cuarta revolución industrial”, fijémonos en que hoy las mujeres representan solamente el 28% de las personas tituladas en escuelas superiores de ingeniería, así como el cuarenta por ciento de los que obtienen una titulación superior en informática y computación. ¿Cuál es el sesgo que correlata entonces la variable de género y la posibilidad de decantarse por una titulación de estas características y terminarla? Pues probablemente la percepción fundamentada por parte de ellas de que van a tener un menor recorrido profesional, o incluso la presión social, sutil pero real, en la que se identifica más a la mujer con roles ligados al cuidado, aunque sea en ámbitos superiores como el de la praxis clínica o la investigación en áreas biomédicas.

No cabe duda de que hemos avanzado mucho desde la sociedad en que vivieron, por ejemplo, nuestros padres. Algunas características de nuestro mundo de hoy seguro que son muy mejorables pero, en general, la sociedad de la que nos hemos dotado es mucho más vivible. Los avances en igualdad son notorios, y han mejorado la vida de todas y todos. Tenemos que perseverar en tal tarea, y entender que el género de cada cual no ha de ser una etiqueta indeleble que actúe como un freno en su crecimiento personal y profesional. Ser mujer o ser hombre, para lo que sea, no debe ser un lastre. Cualquier otra visión está incorporando, consciente o inconscientemente, elementos sexistas. Entiendo que debemos ser conscientes de ello y, desde una ciudadanía consciente y responsable, trabajar para superarlo... Y, en particular, hacerlo desde el mundo educativo... Ojalá sepamos verlo, transmitirlo y afianzarlo como valor compartido.

Déjenme que termine cambiando radicalmente de tema, sean ustedes hombres o mujeres, deseándoles mucho amor en este día dedicado a él. Amor en todos los ámbitos. Porque San Valentín trasciende al amor de pareja y es, desde hace tiempo, el Día del Amor y de la Amistad. El mayor y más importante activo, les aseguro, al que podamos aspirar como personas... A dar amor y a recibirlo, en cualquiera de sus vertientes. ¡Feliz 14 de febrero!