Opinión

Cena y política

Los asuntos importantes siempre se han arreglado, o dirimido, en la cama o la mesa. Se ve que los problemas son menos si vacías o llenas un órgano. “Anoche tuvimos en Noor Restaurant cenando al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y al ministro chino de Asuntos Exteriores Wang Yi”, decía el otro día en sus redes sociales el afamado chef cordobés Paco Morales. Se cuidan, no puede decirse que no. Tal vez Albares pensó en un tres estrella Michelin como lugar idóneo como para una primera cita o quiso dejar impresionado al chino, que tal vez también se impresionaría con un salmorejo, un flamenquín y un vinazo de la tierra en una tasca.

Albares promociona nuestra gastronomía y Wang Yi se iría contento y con la barriga llena. La cita fue en Córdoba. Si hubiera sido en Madrid, Ayuso habría presionado en pro de las bravas, si en Euskadi, el chino se habría ido harto de txuletón. En la ciudad andaluza se le ofreció fusión. Pero como la fusión llena poco, también tomaron, según nos cuenta Adrián Ramírez en el diario Córdoba, cuajada de Kahn, yema de huevo chai; caviar, alcaparras y una crema de mantequilla de piñones tostados andaluces con manzana verde. Ahí estoy yo echando de menos una papas fritas.

Albares igual pensaba por dentro que esto mejor que rollitos de primavera y Wang tal vez se preguntaba por qué los españoles todos los días comen paella. Y desayunan churros. Lo bueno de estos encuentros es que se rompen tópicos. Sin que sea a ellos a los que se les rompe la cartera. Practicamos la diplomacia gastronómica. Y esperamos en justa correspondencia que a nuestro sin par Albares lo inviten en China a algo más que a pato laqueado.

España tendría más amigos si a todos los visitantes ilustres los lleváramos a buenos restaurantes como Noor. Claro que también se puede practicar la gastronomía inversa y llevar a nuestros enemigos a establecimientos infames, como esos donde todo lo bañan, aún, en vinagre balsámico o donde ahogan la tarta de queso en infame sirope industrial o donde a las croquetas de jamón no le han enseñado el jamón jamás. Que no jamarás. Qué mejor que engrasar las relaciones con China que echando aceite de oliva al pan de la cena.

A lo mejor el gigante asiático, que apoya a Putin y que pasa por una gran crisis después del shock del coronavirus, elige mejor a partir de ahora sus compañeros de viaje. Y de cena.

Suscríbete para seguir leyendo