Opinión | Sol y sombra

Ahora saltan las alarmas

Resulta curioso comprobar cómo la codicia produce mayor alarma en la conversación pública de este país que la corrupción política. Revela hasta qué punto existe una incomprensión democrática que impide percibir un mal superior en la gravedad de retorcer la ley y amnistiar a delincuentes en beneficio propio que el hecho de que alguien se llene los bolsillos aprovechándose de su posición privilegiada. Aunque esto último se haya repetido en distintos gobiernos, tanto en las etapas socialistas como en las populares. Y seguramente seguirá sucediendo debido a la condición humana y a unas instituciones dominadas por un sectarismo mafioso que invita a llevárselo crudo y a sacar partido en cualquier circunstancia del tráfico de influencias.

Es cierto que el caso Koldo trae consigo, además de otras lecturas aprendidas en las últimas décadas, la repugnancia de haberse originado durante una pandemia, en la hora punta del dolor, cuando más muertes se producían por contagio en España. Pero tanto lo que ahora sale a la luz, como lo que sucedió otras veces con contratos públicos y todo tipo de gatuperios puede corregirse y hasta castigarse con la aplicación de las leyes y ejerciendo responsabilidades penales. El problema es cuando un gobernante se empeña en combatir por conveniencia esos instrumentos al servicio de la depuración y la igualdad ante la ley de todos los españoles. Cuando la malversación de recursos públicos por parte de unos golpistas, que intentan alterar la Constitución para conseguir sus fines, es amnistiada simplemente porque al jefe de un Gobierno le interesa seguir siéndolo y es sometido al chantaje de los delincuentes sin ofrecer resistencia y arrastrando de paso la dignidad institucional. Esta es la gravedad que comporta el cambio de unas reglas del juego, muy superior al grave chanchullo de estos días que supuestamente salpica y pone en peligro la estabilidad del Gobierno. Puede que este tipo de corruptela venal se entienda mejor pero corresponde a la buena salud democrática comprender del todo en qué consiste la verdadera corrupción.

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