Opinión

Los olvidos en la guerra entre Israel y Hamás

Lo que está ocurriendo en Gaza ha ido desapareciendo de la conversación privada y pública, de las agendas políticas y de las portadas informativas. Hamás asegura que han muerto ya 30.000 personas. Nunca lo sabremos a ciencia cierta porque no hay manera de conseguir fuentes independientes. No hace falta que los muertos sean decenas de miles para que el conflicto centre nuestra atención. Bastarían unos pocos. A nuestro olvido por los muertos se suman otros muchos: los fallos de la seguridad israelí que hicieron posible el salvaje atentado de Hamás, el incidente de la bomba en el hospital y, quizá el más relevante, las sospechas en torno a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Próximo Oriente, la UNRWA. Algunos de sus trabajadores han resultado ser colaboradores de Hamás y algunos directamente implicados en el atentado. El horror que provoca en Occidente la respuesta israelí y la mezquindad de Netanyahu manejando el sufrimiento de su propio pueblo a favor de sus intereses no pueden esconder la gravedad de lo ocurrido con esta organización de Naciones Unidas que ha proporcionado pasaporte diplomático a quienes han acabado colaborando en un atentado. No debería olvidarse esta realidad, ni tampoco enmarañar a toda la organización, pero sí es exigible una respuesta.

Es necesaria una tregua entre Israel y Hamás no solo por razones morales, que también, o por razones humanitarias, que también, sino por la necesidad de restituir la autoridad de la comunidad internacional que ha quedado diezmada en este nuevo episodio del conflicto. La pasividad actual, las dudas no aclaradas sobre la UNRWA y la incapacidad de llevar esta guerra a los cauces diplomáticos no dejan de ser más que incentivos para que otros aspirantes a Hamás acaben tomando su camino en otras zonas del planeta. Y para que otros estados les respondan como lo está haciendo Israel. Sería importante tomar esta perspectiva ante lo acontecido.

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