Opinión

El silencio de los corderos

A un mes aproximadamente de la última cita electoral gallega del 18 de febrero, pocos ángulos han quedado sin analizar por parte de los diversos medios que configuran la panoplia mediático-política de este país.

Uno de ellos, la fidelidad admirable del PP a las candidaturas propuestas por el partido sin mayores consideraciones a la eficacia en la gestión, la consecución de objetivos en lo social y económico, o la proyección de un futuro planteado desde un programa electoral vacío de contenido y centrado, únicamente, en tocar la fibra cortoplacista y particularizada en las transferencias de 550 euros a las gentes afectadas por el marisqueo (ingresadas la víspera electoral) y el anuncio del incremento salarial a un sector muy concreto de la sanidad.

Difícilmente el PP podría encontrar para Galicia un candidato como Rueda dirigido con un mando a distancia desde la calle Génova, menos empático, menos conocido y con menor carisma. Pero eso sería igual. Tanto Rueda como Feijóo pertenecen a la clasificación que yo denomino políticos H2O, incoloros, inodoros e insípidos. Da lo mismo. Si el candidato hubiese sido Mario Vaquerizo, por poner el ejemplo de un brillante intelectual universalmente reconocido, líder indomable de las masas conservadoras, el resultado sería el mismo.

Si a esto añadimos la postura de escora total a estribor de influyentes medios de prensa escrita, conseguida la cuadratura del círculo. Pero luego estoy seguro que en el resultado evidenciado por las urnas, contó mucho el persistente y vergonzante silencio de una mesnada socialista impávida y sordomuda, históricamente beneficiada por las siglas del PSOE al que ahora denostan con argumentos pueriles, pero que en el fondo responden al cabreo de no estar presentes en el puente de mando.

Más increíble incluso, el silencio en campaña electoral de socialistas reciclados en delegaciones de gobierno, subdelegaciones, diputaciones, concellos, oficinas del Defensor del Pueblo, empresas municipales de aguas y otras salsas, autoridades portuarias...

Ni una aportación, ni un artículo en prensa, radio o presencia notoria y comprometida en mítines ni beligerancia contra la descarnada campaña de la oposición... nada. A lo peor ni siquiera el voto. Olvido total de que la lucha por la libertad y la democracia es una tarea diaria que se construye con una actitud comprometida y leal. Ya no llega con haber estado de oyente en Suresnes para tatuarse un crédito de socialista aeternum.

En este escenario desalentador sólo suena el silencio, el silencio de los corderos que ya succionaron toda la leche que la oveja podía dar.