Opinión | El Malecón
José Sámano
Vinicius contra Vinicius
Que el madridista siga dando motivos para el gozo de los futboleros, que contenga mejor su innecesaria insolencia y que las autoridades multipliquen el celo ante los indeseables
Con ese jugadorazo que es Vinicius se dan circunstancias antagónicas: de lo mejor y de lo peor del fútbol patrio. Junto a Bellingham, nadie florece más que el brasileño, que ya no solo deleita con esas moñas burlonas que anudan las piernas rivales. Queda lejos aquel jovenzuelo que parecía más bonito que bueno y no cuajaba del todo en la hinchada. Un regateador algo anárquico que se enchironaba solo y sin flechazos con el gol. Hoy, Vinicius tiene otra perspectiva. Sigue como abanderado del regate, pero sabe peritar mejor el juego. En qué momento conviene abrir gas, frenar, asociarse… Además, se ha convertido en un chacal de primera.
Pese a perderse once partidos por lesión ya suma 18 goles, cuatro menos que en todo el curso 2021-2022 y cinco menos que la pasada temporada. Goles de variado repertorio. Con aires de Romario, como ante Osasuna con un toque de billar versallesco. A veces, abruma con el vértigo de Ronaldo Nazario o remite a la chistera de Ronaldinho. Incluso, ya no se siente forastero si tiene que tirar los dados como ariete oportunista. Con Mbappé a la vista, Vinicius, con la tutela de Carlo Ancelotti, cada vez transita más y mejor por el pasillo central del ataque. La banda izquierda, la preferida del francés, ya no es su única guarida.
Al Vinicius estelar le puede el otro Vinicius, el que le saca de quicio y le enfanga con una impertinencia tras otra. Cierto, a veces los adversarios le arrestan de mala manera, desde luego nada que ver con el calvario que tuvieron que padecer genios precedentes. Basta con rebobinar cualquier vídeo de Maradona, por ejemplo. Cierto también que los árbitros no siempre le dan el amparo debido. Pero a Vinicius todo le irrita. Lo mismo da que se trate de un fuera de banda que cree mal señalado en el minuto uno. Sus cruzadas son con los rivales, los árbitros, las aficiones… No son pocas las ocasiones en las que sus propios camaradas tienen que aplacar sus malos modos para no caer en desventaja numérica. Consta que Ancelotti y algunos pretorianos se esmeran en corregirle, pero ese inopinado victimismo arbitral que destila a chorros el club no le beneficia. Una corriente que a Vinicius le hace sentirse un mártir y, al tiempo, cargar con mayor inquina de los contrarios.
Por supuesto, donde Vinicius no tendría que aflojar un milímetro es ante esos repugnantes xenófobos que por desgracia aún abundan y se refugian en el fútbol para vomitar su asquerosa bilis. LaLiga y todos y cada uno de los clubes deberían acentuar la tolerancia cero, con llamamientos constantes en favor de Vinicius (y otras víctimas) y perseguir hasta el último rincón al imbécil de turno.
Que Vinicius no juegue contra Vinicius y siga dando motivos para el gozo de los futboleros, que contenga mejor su innecesaria insolencia y que las autoridades multipliquen el celo ante los indeseables.
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