Opinión | El trasluz

La tortilla imposible

A veces, las malas noticias de afuera chocan con las de adentro y se produce una explosión. No una explosión nuclear (evitemos las exageraciones), sino una explosión doméstica de angustia. La realidad está sembrada de minas de ansiedad, de pequeños ataques de pánico. El caso es que tropecé en el súper con un conocido que se hallaba paralizado frente al lineal de los huevos. Como noté algo raro me acerqué a él y le pregunté si se encontraba bien. Me dijo que no y que por favor permaneciera junto a él unos momentos:

–Hasta que se me pase el malestar —añadió.

Eso hice. Ahí estábamos, pues, sin decirnos nada. Me asombró la variedad de huevos que había, cada uno con sus características. Aunque suelo coger los primeros que me salen al paso, elegí una docena de los de “corral” y la introduje en mi carrito. Siempre me pregunto por qué los huevos no están en ningún mueble refrigerado y sin embargo nosotros los metemos en la nevera nada más llegar a casa. Entretanto, mi conocido había comenzado a respirar de forma menos ansiosa. Pasados unos minutos habló:

–Me pareció escuchar por la radio que Putin había amenazado con lanzar un ataque nuclear y así, de primeras, no me ocurrió nada. Pensé incluso que me liberaría de los agobios de la hipoteca. Pero luego me vine a comprar tan tranquilo y de repente, no sé por qué, imaginé que la explosión me pillaba fuera de casa y comencé a hiperventilar.

–Si conoces los síntomas de la hiperventilación —le dije—, es que no es la primera vez que te ocurre esto.

–No —confesó—, pero últimamente se repiten con más frecuencia de la habitual.

Hicimos la compra juntos y nos despedimos en el aparcamiento.

–¿Seguro que estás bien? —le pregunté.

–Sí, sí, seguro. Se me ha pasado ya. Gracias por el apoyo.

Volví a casa en un estado de fragilidad notable. También yo sufro esos ataques de ansiedad cuando los desastres públicos se encuentran con los íntimos. Había pensado hacerme una tortilla para cenar, pero la visión de los huevos camperos o de corral, no sé, me recordó la situación vivida por la mañana y no fui capaz. Me tomé un yogur con frutos secos.

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