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Tusk y la guerra

Ya lo dijo Ortega y Gasset, todos somos en parte tributarios de nuestras circunstancias. En la Europea del Este, los protagonistas del impulso democrático no han sido las izquierdas —sobre las que pesa el pasado del comunismo y la sujeción a la URSS—, sino los liberales que desconfían del Estado. En Polonia, solo Donald Tusk, un centrista liberal que dirigió el país de 2007 a 2014 y luego fue presidente del Consejo Europeo, ha logrado en las últimas elecciones acabar con la involución de la extrema derecha del PIS (Ley y Justicia).

Ahora Tusk, cuya Polonia sufrió la dominación soviética y en cuya frontera con Ucrania se oyen los bombardeos sobre Lviv, acaba de advertir: “No habíamos vivido una situación así desde 1945. Estamos en una época de preguerra. No exagero. Tenemos que acostumbrarnos a una nueva era, cada día es más evidente”. Y los avances rusos en los frentes hacen temer una victoria, o semi-victoria, de Putin que haría peligrar el orden democrático en toda Europa.

Seguramente Tusk no quiere recordar el bloqueo de Stalin sobre Berlín de 1948 y Macron exagera —para poner en un aprieto interno a Marine Le Pen— cuando sorprende diciendo que no se debe descartar el envío de tropas europeas a Ucrania. Pero Tusk tiene cierta razón cuando critica que Sánchez dijera en un Consejo Europeo que, para no alarmar a la población, se debe dejar de hablar de una posible guerra. Tusk replica: “En mi parte de Europa la guerra ya no es una abstracción”. Y lo mismo se piensa y se teme en Estonia, Letonia, Lituania, Finlandia (que ha corrido a entrar en la Nato) y República Checa. Si Putin se sale con la suya en Ucrania, Europa correrá un gran peligro. Y más si Trump es el próximo presidente americano.

Sánchez ha debido reñir en privado a Margarita Robles, que debe vivir el ansía de los ministros de Defensa europeos y que el pasado 17 de marzo declaró: “La amenaza de guerra es absoluta y la sociedad debe saberlo”. Pero el peor escenario no es el único posible. Alemania es, tras los Estados Unidos, el país que más ayuda militar brinda a Ucrania y Scholz dijo que la invasión de Putin era “un punto de inflexión que lo cambiaba todo”. Pero se niega a entregar a Kiev los misiles Taurus que podrían atacar directamente a Rusia y hacer imparable la escalada. Y Scholz admite: “Hay una serie de países, entre ellos Ucrania, que están discutiendo cómo podría llevarse a cabo un proceso de paz”. Y el Papa Francisco fue en esta dirección en su mensaje de Pascua al pedir un alto el fuego.

A Europa le faltan muchas cosas, entre otras una auténtica entente entre Francia y Alemania. Pero es cierto que Putin es una gran amenaza y que una presidencia de Trump dejaría a Europa muy indefensa. Hay que aumentar pues —guste o no guste a los aliados políticos de Sánchez— los presupuestos militares. Por cierto, ¿qué opina Feijóo, si la amnistía le deja tiempo para algo más?

Hoy, el viejo dicho romano si vis pacem, para bellum (si quieres paz, prepárate para la guerra) es más vigente que nunca.