Es una enfermedad tan vieja, al menos, como los faraones y contra la que existe vacuna desde hace un siglo, pero lejos de estar erradicada el número de personas infectadas por la tuberculosis sigue aumentando en el mundo año a año y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), amenaza con convertirse en una pandemia de consecuencias impredecibles. El médico dominicano Marcos Espinal, de la organización internacional, habló ayer de la enfermedad en la Fundación Caixa Galicia.

-¿Cuál es la situación actual de la dolencia en el mundo?

-Es muy difícil: 9 millones de casos nuevos todos los años, 1,7 millones de muertes anuales y un tercio de la población mundial, 2,2 millones, infectados con la bacteria que produce la tuberculosis. Y hay dos problemas muy graves...

-¿Cuáles?

-La asociación con el VIH y la multirresistencia o la tuberculosis que no responde a los medicamentos normales, un problema muy severo en la Europa del este, en Rusia, por ejemplo.

-¿Cómo se ha llegado a esto?

-Porque ha sido una enfermedad en la que los políticos y los poderosos no han puesto atención. El último medicamento contra la enfermedad se introdujo en 1960 y la vacuna tiene más de 100 años. Se pensó que se había erradicado...

-Pero no.

-Nunca se erradicó. Es un problema muy severo en países en desarrollo como la India, China, que aportan un millón de casos anuales... Hay 22 países que aportan el 80% de los nuevos casos.

-Pero no es un problema de países pobres, ¿no?

-Para nada. Compartimos el aire, se transmite hasta en los aviones. En Londres, por ejemplo, hay muchísima tuberculosis. En los países de Europa del oeste el principal problema es la migración desde países endémicos. Y la solución no es cerrar las fronteras, sino reforzar los programas de tuberculosis, porque debe haber solidaridad y los países ricos deben apoyar los planes para controlar la enfermedad y que los inmigrantes lleguen acá sin tuberculosis y sin enfermedades infecciosas.

-Por ahí va la solución...

-La tuberculosis es una enfermedad de muy lenta evolución y lo importante es crear programas a largo plazo, fuertes, financiamiento... La OMS estima que hay una brecha de financiamiento enorme, de más de 35.000 millones de dólares, para poder alcanzar los objetivos del milenio de 2015. Quizá si introducimos nuevas vacunas, porque la que tenemos no es la mejor, la tuberculosis pueda erradicarse para 2050.

-¿Falta mucho, entonces?

-Sí, porque se transmite por el aire y se diagnostica en estado avanzado. Además la tuberculosis multirresistente es muy severa y necesita por lo menos dos años de tratamiento y hay cepas de tuberculosis que ya no se curan prácticamente. Hay que evitar que haya una transmisión masiva de estas formas, porque estaríamos ante un severo problema que puede ser más peligroso que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo Severo] o la fiebre aviaria.

-¿Se tiene conciencia de que el problema es tan grave?

-No se tiene. Tenemos que convencer a los líderes de que deben poner más financiamiento y reforzar los programas de control. Pero todavía no existe la responsabilidad.

-Y si esto no se hace, ¿en qué derivará?

-Puede derivar en un problema de consecuencias que no sabríamos cómo medir. Tenemos países en África donde la enfermedad está devastando, junto al VIH, a la población. Queremos evitar que lo que es una epidemia masiva se convierta en una pandemia mayúscula que no podamos resolver. Aún estamos a tiempo de tomar el toro por los cuernos: ahora la mayoría de los casos se pueden curar y no queremos llegar a una situación en la que la mayoría de ellos no se curen porque entonces estaremos ante un problema que no podremos resolver.