Durante los conflictos armados, era normal que un contingente de soldados llevara consigo tres o cuatro palomas mensajeras para informar a la retaguardia sobre la situación de las misiones, ha explicado a Efe el presidente de la Asociación Vallisoletana de Colombofilia, Andrés Bernal.

La principal característica de estos animales es su innato sentido de la orientación, que les permite regresar al palomar desde puntos superiores a los 800 kilómetros, a una velocidad media de 60 kilómetros por hora, ha agregado el vicepresidente de esta Asociación y campeón de Valladolid, Santiago Revuelta.

Esto se debe a unos cristales de magnetita que poseen en la cabeza que convierte a estos animales en auténticas brújulas cuya flecha indica siempre la dirección del palomar.

Las competiciones de palomas mensajeras se celebran en primavera, momento en el que se realizan pruebas desde diferentes distancias en las que se premia a aquellos ejemplares que lleguen de forma más veloz al palomar del que son originarias.

Un reloj comprobador conectado a un ordenador central registra el momento de llegada de cada paloma, que a su vez lleva instalado un chip en la pata que permite saber al instante a quién pertenece y la velocidad, en metros por hora, a la que ha desarrollado su recorrido.

A lo largo de su trayecto, las palomas deben esquivar diferentes obstáculos y dificultades, como son cables de la luz, cordilleras, aves rapaces o cazadores.

Esto, según relata Bernal, hace que un colombófilo que cría, por ejemplo, sesenta palomas en un año, termine la temporada con diez, que o bien han sucumbido durante el recorrido o han fallecido por otras causas.

Los concursos en los que participan los miembros de la asociación vallisoletana se convocan en diferentes puntos, desde a doscientos kilómetros de los palomares en Fuentes de Oñoro (Salamanca), hasta en el Cabo de San Vicente, en Portugal, o ciudades marroquíes como Larache o Rabat.

Hasta el punto de suelta, las palomas son transportadas en camiones ubicadas en diferentes cestas homologadas y mezcladas entre sí.

Lo habitual entre los aficionados a esta disciplina es que acudan a Bélgica y Países Bajos, centro mundial de la colombofilia, para comprar ejemplares con los que posteriormente criar palomas que garanticen un mejor resultado en sus competiciones.

Al contrario que en España, en estos dos países las competiciones de palomas mensajeras tienen un carácter oficial y en ellas se reparten grandes premios en metálico que han llevado a los colombófilos a adquirir una mayor profesionalización y, por lo tanto, a gastar más dinero para intentar mejorar sus resultados, según Revuelta.

En España, el año pasado se anillaron cerca de 250.000 palomas mensajeras, muy por debajo de otros países como Portugal, donde es el segundo deporte nacional e, incluso, "se retransmiten las llegadas de estos animales por la radio, como se hace con los partidos de fútbol", concreta.

De las 10.000 licencias que ha expedido la Federación Española de Caza, hay entre 5.000 y 6.000 socios en activo, de los que 2.500 se encuentran en Canarias.

Para Revuelta, en tiempos de guerra el uso de palomas mensajeras es más efectivo que los teléfonos móviles, hasta el punto de que "el único modo de que el enemigo intercepte el mensaje es abatiendo al animal", mientras que las tecnologías de emisión de datos siempre pueden ser víctimas del contraespionaje.

Tal es su efectividad a la hora de orientarse, que han sido utilizadas en la guerra desde los egipcios, griegos, romanos o árabes, hasta la primera Guerra del Golfo Pérsico.

En la actualidad, sirven en algunos ejércitos como enlaces "eficaces y seguros" entre distintas zonas estratégicas de conflictos bélicos y desempeñan su labor orientadora con tal diligencia que existen palomas condecoradas por méritos de guerra, según datos de la Real Federación Española de Colombofilia.