Luego continuar la marcha en la discoteca. Es el modelo de ocio que, cada fin de semana, acompaña las noches de miles de jóvenes y adolescentes. La mitad de los menores llega a casa después de las dos de la madrugada y uno de cada diez, a la mañana siguiente.

Los violentos altercados ocurridos en las fiestas de Pozuelo de Alarcón (Madrid), en un enfrentamiento con la Policía que se saldó con diez agentes heridos y 20 alborotadores detenidos, siete de ellos menores, han llevado el debate político y social al fenómeno del "botellón" y ha tenido consecuencias inmediatas: prohibiciones y refuerzo policial.

"Esta es una sociedad que busca soluciones mágicas e inmediatas a problemas que de repente te pegan en la cara", señala a Efe Ignacio Calderón, director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Pero no se aborda el problema, "habría que hacer un planteamiento más global y no solo medidas puntuales si queremos que esto se arregle", subraya.

El alcalde de Pozuelo ha prohibido beber en la calle durante las fiestas y la juez de menores ha castigado a los siete adolescentes a no salir de juerga a partir de las diez de la noche los próximos tres meses. Una medida recurrida por algunos padres por desproporcionada, pero también criticada por floja o poco pedagógica.

Mientras, otras localidades de la comunidad madrileña que celebran este fin de semana sus fiestas han pedido más agentes en la calle. Y en la Red se multiplican los mensajes de jóvenes, unos amenazantes, otros pidiendo calma.

"Cuando intervienes para prohibir el consumo de alcohol en la calle estás incidiendo en algo que los jóvenes consideran propio, que es su cultura o su forma de expresar una posición social determinada. Vamos a ver cómo termina esa cierta confrontación", reflexiona el director de la FAD.

El "botellón" no es de ayer, las prohibiciones no sirven y la cuestión -argumenta- es cómo llegar al fondo de un problema social, consecuencia de un estilo de vida, un planteamiento de ocio y una tolerancia ante el consumo de alcohol, tan instaurada, que es difícil de erradicar.

Alcohol, cannabis o cocaína colaboran a cumplir el objetivo de pasar cinco, seis o siete horas "divirtiéndose", añade Calderón. "Ha habido hechos impactantes en muchas ocasiones, que han generado una protesta social, de vecinos, suciedad, ruidos, violencia,... A los pocos días llega el silencio, se olvida y seguimos igual".

"Mientras las cosas estén dentro de un orden, todo el mundo está callado", agrega este experto. Se ignoran las consecuencias del consumo en accidentes de tráfico, problemas familiares, interpersonales, fracaso escolar o pérdida de oportunidades.

LLEGAN TARDE

"Esto se ha desbordado, pero se veía venir. Problemas con el alcohol en jóvenes y menores hay todos los fines de semana", indica a Efe el juez Emilio Calatayud, conocido por sus condenas ejemplarizantes, en muchos casos que los chavales limpien los residuos del "botellón" o vayan a los hospitales a ver las consecuencias de las borracheras.

"Ya va siendo hora de que las autoridades se tomen en serio el tema, pero llegan tarde", asegura el juez de menores. "Los que gobiernan tienen miedo a decir no y poner límites".

Hay dejación de las autoridades y de los padres, opina el juez de Granada, autor de un "decálogo para formar un delincuente", con advertencias sobre la permisividad de los progenitores hacia cualquier actitud de sus vástagos, y que se puede encontrar en Internet.

La ley prohíbe el consumo de alcohol a menores -pero se inician a los 13 años y el 88% lo ha probado antes de llegar a los 18, recuerda Ignacio Calderón- y también la venta a los adolescentes.

"Los sitios para beber alcohol son los bares y punto. Y si los menores no pueden beber alcohol, no pueden hacerlo", zanja Emilio Calatayud. "Y hay que controlar los establecimientos, que las tiendas de 'chuches' sean solo eso, de 'chuches'".

300 EUROS O UNA CHARLA

El consumo en la calle está castigado salvo en fiestas patronales o en espacios autorizados por los ayuntamientos. Este año, y hasta el pasado 31 de agosto, en la ciudad de Madrid la Policía Municipal había tramitado 36.643 denuncias, frente a las 45.574 de todo el año 2008. En 49 casos los infractores eran menores de edad, menos que el año pasado, con 167 denuncias en el ejercicio.

La sanción, 300 euros, disuade concentraciones masivas. "La Policía va a los "macrobotellones", a los puntos donde hay vecinos, pero te buscas un sitio de oficinas, barrios o parques donde nadie se va a quejar, lo dejas recogido, y sigues en ello", señala Alejandra V., de 24 años.

El pago de la multa puede evitarse con la asistencia a una charla para "desintoxicación", en la que se explican las medidas legales y las consecuencias sanitarias y sociales del consumo de alcohol y drogas.

"No sirve de mucho", explica Alejandra. La tarde que ella hizo el curso "la mitad del grupo que asistía a la charla aprovechó el tiempo de descanso para hacer "botellón" en una zona cercana. En la segunda parte -añade-, la sala olía a alcohol que te mueres".

Divertirse, estar con amigos y el ahorro son las razones que empujan a los jóvenes a este tipo de consumo, que practica el 80,4% de los universitarios y el 67% de los escolares de 14 a 18 años, según un estudio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia dirigido por la profesora María Teresa Cortés.

Hay consumidores "radicales", un 20% de los más de 4.000 entrevistados, cuyo objetivo es alcanzar la intoxicación etílica, y "medios", que suelen tomar, de promedio, cinco consumiciones. Se gastan unos seis euros.

De otra manera, indica Alejandra V., "tres copas, la entrada a la discoteca y el taxi,... la noche no sale por menos de 50 euros".

PADRES Y PROFESORES

Los propios padres son conscientes de sus problemas de autoridad.

Un 40% confiesa no manejar bien los conflictos de convivencia, según la FAD. En esa situación, piden mayor implicación de los educadores.

"Pero no es tan simple. Diga a los profesores que impongan cierta autoridad, verán como están", añade Ignacio Calderón. "Aquí estamos todos: padres, educadores, la publicidad, los medios de comunicación y las series de televisión".

También un tercio de las familias con hijos adolescentes percibe que no educa bien o no sabe hacerlo, y uno de cada cinco padres se siente desbordado por las exigencias económicas de sus hijos.

Precisamente las autoridades han manifestado estos días su disposición a que las familias paguen las sanciones derivadas del vandalismo de sus hijos.

Lo establece la Ley del Menor, apunta el juez Calatayud. "Los padres respondemos de lo que hacen nuestros hijos aún cuando estén en la calle. En cuanto empiecen a imponerse multas y condenas a los padres, "ya se verá cómo son los primeros en decir: !Ojo!".