Menos de doscientos kilómetros separan a Piolín de la costa gallega. El submarino científico botado por la Universidad de Rutgers, en New Jersey, el pasado abril está a punto de culminar su hazaña y convertirse en el primer sumergible no tripulado que cruza el Atlántico.

El batiscafo arribará a Baiona previsiblemente a principios de diciembre y evocando, quinientos años después, otra travesía histórica: la culminada en 1943 por La Pinta, una de las carabelas de Colón, para traer la noticia del descubrimiento del Nuevo Mundo.

Este guiño histórico es el motivo por el que los responsables del proyecto, en el que también participa la Universidad de Las Palmas y Puertos del Estado, cambiaron el destino inicial del batiscafo, Cabo Touriñán, por la villa marinera.

Sin embargo, la heroica llegada tendrá lugar a unas millas de la costa, en alta mar, donde el submarino será recogido por técnicos del Puerto del Estado para evitar posibles choques con embarcaciones. El ente difundirá las imágenes del esperado momento y reunirá en Baiona a varios expertos para explicar la importancia y los acontecimientos ocurridos durante el viaje.

Ese día también se dará lectura a las cartas elaboradas por escolares de Primaria de una veintena de colegios estadounidenses que el submarino custodia en su recámara durante la travesía.

La última entrada en el diario de la misión que elaboran los estudiantes implicados en el proyecto corresponde al pasado viernes. Los alumnos, que dirigen la trayectoria del submarino desde New Jersey, pronosticaban que éste tenía ante sí "un fin de semana excelente" y lo situaban a 170 kilómetros de su destino.

El 4 de noviembre, Piolín, como lo han rebautizado los investigadores canarios, superó los siete mil kilómetros de viaje. Los alumnos de Rutgers refieren en el diario virtual que el sumergible planea gracias a una corriente con dirección a Lisboa más rápida y que le permite volar. Hoy cumple en el mar 195 días.

El pequeño submarino -pesa sesenta quilos y tiene 2,4 metros de longitud- se maneja vía satélite y, como si se tratase de un buque oceanográfico, recoge datos cada veinte segundos sobre calidad del agua, salinidad, temperatura o plancton que envía periódicamente a la central de Rutgers. El sumergible que se dirige a Baiona es una réplica mejorada del primer Scarlet Knight (Caballero Escarlata) que intentó cruzar el Atlántico el año pasado y cuyo puerto de destino era Vigo.

El batiscafo desapareció a finales de octubre de 2008 cerca de las islas Azores, cuando ya llevaba recorridos 5.700 kilómetros. Al parecer, fue una filtración de agua la que frustró aquel primer intento.

Abandonada la "cómoda" corriente del Golfo y superadas las Azores, donde se malogró la primera travesía, el submarino navega ahora en un territorio imprevisible. Los científicos estadounidenses han explicado a Puertos del Estado que esta última etapa es "como dejar una autopista para entrar en una zona de carreteras secundarias sin señalizar". La distancia que separa la costa de New Jersey de Baiona es de seis mil kilómetros en línea recta, pero el batiscafo ya ha recorrido más de siete mil. La trayectoria del sumergible, que planea sobre las corrientes ayudado por sus alas, es sinuosa y, en ocasiones, también se ha visto alterada por las mismas corrientes o temporales que obligaron a los estudiantes a corregir sus movimientos vía satélite. Este segundo Caballero Escarlata o Piolín incluye mejoras respecto al anterior prototipo. Sus baterías son de litio, en lugar de alcalinas, por tanto, más duraderas, y está recubierto de una pintura espacial. Además ha podido sobrevivir a un ataque de calamares, según han revelado los científicos canarios, gracias a un sistema de defensa que provoca un cambio de presión y hace que el sumergible emerja a la superficie. Frente a los buques oceanográficos, el sumergible supone menos costes y elimina los riesgos personales. Los datos recopilados en su trayectoria ayudarán a los investigadores a aumentar su conocimiento sobre los efectos del cambio climático, por ejemplo, la subida del nivel del mar. Desde Puertos del Estado, destacan que este dato es "imprescindible" para el diseño de infraestructuras. También apuntan que estos robots sumergibles ayudarán a mejorar los modelos de circulación marina en el interior de los puertos.