La gran mayoría de los mortales no conoce el timbre de voz de Amancio Ortega. Desde el pasado jueves, ya no se puede decir lo mismo de su mujer Flora Pérez Marcote. Ese día debutó ante los periodistas durante la presentación de unas becas que la Fundación Amancio Ortega, de la que es vicepresidenta, y la Fundación Pedro Barrié de la Maza han puesto en marcha para que un centenar de alumnos gallegos puedan estudiar en Estados Unidos.

Era la primera vez que le escuchaba su voz en un acto público, pero al contrario que su marido, no rehuye los flashes. Mientras que su esposo quiere seguir refugiado en la normalidad y el anonimato, ella acude a las juntas de accionistas de Inditex; a la recepción de Navidad que organiza el Ayuntamiento o representa a la familia en actos tan poco agradables como el funeral de la condesa de Fenosa, Carmela Arias. Y en todos ellos aguanta estoicamente los disparos de los fotógrafos. Lo mismo le sucede cuando acude al tradicional concierto de Reyes de la Sinfónica de Galicia o al concierto que a principios de este año dio Woody Allen.

El 15 de septiembre de 1999, la memoria anual de Inditex mostraba por primera vez la cara de Amancio Ortega. Hasta ese momento sólo un reducido grupo de personas la conocía. La causa de aquella aparición se debía a que en la primavera de 2001 el grupo textil salía a Bolsa. La imagen que transmite en esa fotografía no refleja su personalidad, aseguran los que le conocen. Como si estuviese incomodo, como si al hacerle la foto, igual que creían los indios, le robasen el alma. En este caso, su querido anonimato. A partir de ahí, una biografía autorizada (Así es Amancio Ortega. El hombre que creo Zara de Covadonga O'Shea), unas apariciones puntuales cuando se celebran los concursos hípicos en Casas Novas y poco más.

Flora Pérez, en cambio, ha ido adquiriendo mayor presencia pública con el paso de los años. En 2001 se crea la Fundación Amancio Ortega, de la que ella es la cabeza visible y vicepresidenta. A finales de ese año se sienta en el consejo de administración de Inditex en representación de Gartler, la sociedad patrimonial de su marido que aglutina las acciones que el fundador tiene de la compañía textil. Y acude a numerosos actos públicos.

Pero es en Casas Novas, en las competiciones que se celebran en julio y diciembre desde el año 2000 donde despliega todo su encanto. Allí, mientras su marido conversa con total normalidad con sus amigos a pie de pista, ella se convierte en la gran anfitriona, recibe a los invitados y controla que todo esté en perfectas condiciones.

Ella sabe que debe ser la cara pública de su marido y lo acepta sin problemas.