Rafael Rodrigo Montero, astrofísico, es presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la gran institución española del saber y de la búsqueda de conocimientos avanzados. En el CSIC se leen ochocientas tesis doctorales al año, tiene una plantilla de más de 14.000 personas y en una reciente clasificación ha sido valorado como el octavo centro de investigación del mundo.

-Su especialidad...

-Se centra en las atmósferas planetarias y en los llamados cuerpos menores.

-¿Así que es usted uno de los culpables de quitar a Plutón de la lista de los planetas?

-No asistí a la reunión que tomó esa decisión, pero estoy de acuerdo con el planteamiento. Una definición correcta de planeta implica precisar considerablemente. Es un concepto muy particular, no hay muchos, así que Plutón se ha quedado fuera. Sin embargo, dentro del concepto de cuerpo menor caben miles de objetos y se están descubriendo muchos más.

-Hay millones de galaxias cada una con millones de estrellas y es de suponer que exoplanetas, ¿por qué, entonces, se subraya tanto cada descubrimiento de un exoplaneta?

-En efecto, descubiertos digamos 300 exoplanetas, el siguiente no tiene ya interés para la astrofísica, pero el 302, por ejemplo, puede ser distinto, puede no ser masivo, similar a Júpiter, muy gaseoso y cercano a su estrella. Puede ser más parecido a la Tierra con temperaturas y presiones que permitan la existencia de agua líquida. Lo que cuenta, pues, son las características concretas de las novedades.

-¿Un astrofísico, siempre por las estrellas, es la persona adecuada para dirigir el CSIC?

-Para andar por los astros hay que tener los pies en el suelo, tener sensibilidad científica y experiencia en dirigir grupos multidisciplinares. Mi especialidad es la ciencia espacial, la elaboración de instrumentos que van a otros planetas y para hacer esas cosas es necesario contar con grandes grupos de investigación que permiten tener una visión diferente a la relativamente restringida de un astrónomo que se centra en la observación de objetos celestes. Llegué al CSIC, además, desde la gestión de diversos programas nacionales de ciencia.

-Los científicos españoles son un permanente lamento y hay incluso quien dice que su gran meta es llegar a convertirse en funcionarios.

-Hay varios dilemas cruzados. Los científicos somos críticos y empezamos por serlo con nosotros mismos. No es fácil que nos conformemos. Pero dentro de un orden. El colectivo de los científicos no está representado necesariamente por los que más salen en los medios de comunicación con reclamaciones. Somos un colectivo acostumbrado a ser evaluado continuamente. No hay otro grupo igual. Evaluados entre pares para conseguir un proyecto o una promoción o lo que sea; siempre nuestros currículos están encima de la mesa.

-¿Cómo se garantiza la libertad del científico? ¿Cómo se evita que esa libertad le permita hacer excentricidades?

-Con planes estratégicos y con prioridades. Hay que elevar el nivel científico medio. Que todas las disciplinas estén a un buen nivel. De ahí salen los focos activos que se deben priorizar. La clave está en que el nivel medio sea alto.

-En la esfera privada eso lo regula el mercado, pero en el mundo público...

-En la actividad científica muchos institutos pierden su línea de investigación, así que la abandonan y se centran en otras cosas. Pero es más noticia que se ha logrado un avance que el cierre de una línea de trabajo. Igual que se crea, se cierra.

-¿Investigación pública o privada?

-Es necesario colaborar, no tiene sentido verlas como cosas distintas. La perspectiva privada es más inmediata; la pública sienta las bases. El dilema se resuelve con colaboración.

-A su juicio, ¿hay extraterrestres?

-Seguramente sí, pero no los he visto ni creo que nos visiten. Hay miles de millones de estrellas, lo que da una probabilidad de vida enorme. Pero por la misma razón, la posibilidad de que nos visiten es mínima.