La infancia se acorta y pierde terreno en España mientras la adolescencia intenta prolongarse en el tiempo. Un estudio de la Universidad de Valencia revela que los menores se convierten en adolescentes cada vez a edades más tempranas y adoptan ya comportamientos de adulto a partir de los 11 años.

Los niños "no están viviendo la infancia", aseguró ayer la catedrática de Teoría de la Educación de esta universidad, Petra María Pérez, autora del estudio Infancia y familias. Valores y estilo de educación que analiza, por primera vez, el comportamiento de las familias con hijos entre los 6 y los 14 años, que suponen alrededor de un 20% de los hogares españoles.

Mientras que los niños se entretenían antes hasta los 13 años con muñecas, coches y otros juguetes tradicionales, en la actualidad dejan de jugar a una edad muy prematura, les interesan los programas de televisión de adultos, quieren vestirse como mayores y usar móviles. "El no haber jugado y leído lo suficiente provoca que los menores no sepan esperar y quieran todo ya, factor que se convierte en la causa de conflictos más destacada por los padres, en un 22% de los casos", señala el informe.

El estudio refleja también que la mayoría de los niños españoles (81,6%) vive en familias nucleares o convencionales, seguida por los hogares monoparentales (13,05%) y las reconstituidas (5,26%), mientras que la familias con hijos adoptados supone el 3,45%. Son los niños de las familias reconstituidas las que potencian en general mayores hábitos de consumo que en otros tipos de hogares, los que disponen de más cosas materiales -móviles, videoconsolas o televisión en su dormitorio- y los que reciben más paga. No obstante, el 62,7% de los menores no reciben ninguna asignación semanal y los que la tienen oscila entre los 3 y los 10 euros.

Según el tipo de estructura familiar, el estudio sobre la infancia en España ha concluido que los pequeños "menos conflictivos" son, por regla general, los que residen en hogares de tipo convencional mientras que las familias reconstituidas y monoparentales muestran más dificultades en la educación de sus hijos.