Argentina se convirtió ayer en el primer país latinoamericano que autoriza el matrimonio homosexual, tras un reñido debate en el Senado que se prolongó durante casi 15 horas y que reflejó la división política y social que vive el país.

El proyecto de ley impulsado por el gobierno de Cristina Fernández, fue aprobado por 33 votos a favor, 27 en contra y 3 abstenciones, en una sesión calificada como "histórica" por los medios locales.

La iniciativa fue aprobada tras un largo debate, acalorado por momentos, en el que los senadores expusieron sus opiniones sobre el proyecto gubernamental (peronista), mientras defensores y detractores de la iniciativa se manifestaban frente al Senado.

Oficialistas y opositores se enzarzaron en una discusión de resultados imprevisibles debido a las discrepancias internas en uno y otro bloque y a las fuertes presiones, políticas y religiosas, a las que fueron sometidos los senadores. Algunos de los legisladores, como el oficialista Marcelo Fuentes, aprovecharon sus intervenciones para criticar la ofensiva de la Iglesia contra el matrimonio gay.

En esta "guerra de Dios", como la calificó el cardenal Jorge Bergoglio, la Iglesia ha desplegado una agresiva campaña que ha incluido movilizaciones, arengas desde los púlpitos y sanciones para los sacerdotes discrepantes. Una actitud que, a juicio de Fuentes, "tiene poco que ver con la ponderación" y con la postura "conciliadora" que se espera de la Iglesia católica.

Mientras tanto, el colectivo Ovejas Negras, que representa a gais, lesbianas, transexuales y bisexuales en Uruguay, anunció ayer que prepara un proyecto de ley para intentar que el Parlamento del país autorice el matrimonio homosexual, como ha sucedido en la vecina Argentina.

Damián Díaz, representante de Ovejas Negras, afirmó ayer a la emisora de radio Carve que la organización trabaja desde hace dos años en esa iniciativa, que actualmente es analizada por varios catedráticos de derecho de la Universidad de la República, la principal universidad pública del país.