Felipe Casanueva, presidente de la Sociedad Internacional de Endocrinología y uno de los mayores expertos en nutrición y obesidad infantil, califica de "racional y necesaria" la decisión de Sanidad y comunidades autónomas de prohibir los productos con un alto contenido calórico en los colegios. Asimismo, apuesta por un modelo educativo que forme también en hábitos saludables a los pequeños.

-Limitar los productos hipercalóricos en los colegios, ¿acabará con la obesidad?

-Es una medida racional y necesaria. Nuestros hijos pasan casi más tiempo en el colegio que en casa; por eso, las costumbres y cómo acceden a los alimentos son fundamentales. En estados de EEUU como California hace tiempo que se ha implantado y cada vez son más los estados que se están sumando. Uno de los mayores problemas que tenemos con los niños y adolescentes es que los padres no les dan el desayuno porque los horarios que tenemos en España hacen que cenemos y nos acostemos tarde, y al día siguiente nos levantemos con el tiempo justo y en vez de preparar el desayuno les demos unos euros para que se lo compren fuera. El primer efecto negativo de esto es que está científicamente demostrado que saltarse el desayuno aumenta la tasa de obesidad. Y el segundo es el acceso a la alimentación, porque los productos que compran con ese dinero son bollería industrial, que no son los más adecuados para su alimentación. Algo similar sucede con las bebidas gaseosas, con un alto contenido calórico y no sacian.

-La industria ya ha alegado que prohibir sus productos no acabará con la obesidad...

-Entiendo que es una medida delicada para la industria que fabrica estos productos y también muy combatida por los directores de los colegios, sobre todo privados, porque son un ingreso extra, pero desde el punto de vista de la salud, insisto, es muy importante y muy necesaria. No nos gustan las medidas restrictivas, pero no tenemos que olvidar que uno de cada cuatro niños y adultos es obeso y que otros cuatro de cada diez tienen sobrepeso.

-Pero los padres también tendrán que invertir unos minutos en preparar a sus hijos un bocata y un zumo...

-Que haya que incidir en la educación alimentaria no quiere decir que no se prohiba. No podemos reeducar a todos los padres. Es igual que con el tabaco: hay que educar para que la gente no fume pero al mismo tiempo prohibirlo. Otra cosa es que fomentemos otro tipo de hábitos desde la infancia porque las costumbres que se adquieren de niño te acompañarán toda la vida. Si de pequeño estás acostumbrado a pasar las tardes tumbado en el sillón, de adulto seguirás haciéndolo, y si no comes verduras de pequeño, de mayor tampoco lo harás. Ahora, también sería bueno una reflexión sobre las causas por las que la gente cena y se acuesta tan tarde.

-En California, por ejemplo, ¿se ha notado algún cambio en la tasa de obesidad desde que se prohibieron estos productos en los colegios?

-Ya se están viendo índices de obesidad en ligera deceleración y de momento, la opinión sanitaria es unánime a favor de este tipo de medidas.

-¿Y en España?

-En España sigue creciendo y lo que más nos preocupa es su aumento en niños y adolescentes, aunque gran parte de la población aún no cree que un niño con sobrepeso tenga un problema porque sigue estando muy extendida la idea de que regordete es sinónimo de sano y que ya cambiará cuando dé el estirón, algo que no es cierto. Un niño obeso será un adulto obeso.

-¿La prevención es la mejor arma contra la obesidad?

-La obesidad es la enfermedad más frecuente que tenemos y no disponemos de fármacos efectivos para combatirla a pesar de que se ha avanzado mucho en el conocimiento de la enfermedad. La inversión en educación y prevención es la más rentable. Es necesaria una formación alimentaria e incentivar el ejercicio físico en los colegios en vez de reducir sus horas, avanzar hacia una educación integral que forme a ciudadanos sanos.