Como unos peregrinos cualquiera. Ni más ni menos que nadie. La Infanta Cristina y su familia se metieron tanto en su papel de romeros anónimos que, incluso, a su llegada a Compostela, muchos viandantes se cruzaron con ellos sin percatarse del séquito real que tenían delante. Después de tres días recorriendo el Camino francés, la hija del Rey, su marido Iñaki Urdangarín y los cuatro vástagos del matrimonio completaron ayer el último tramo.

Salieron a las diez y media de la mañana de O Monte do Gozo acompañados por miembros de la familia paterna -como los padres del propio duque- y, por supuesto, sus inseparables miembros de seguridad. A su llegada a la capital gallega, la infanta Cristina fue sorprendida con una rosa blanca, obsequio de una mujer con la que se cruzó en el camino.

La comitiva, vestida con un look deportivo pisó Compostela alrededor de las doce de la mañana para asistir a la misa del peregrino. Entraron por la puerta de Azabachería y asistieron a una multitudinaria eucaristía oficiada por el Arzobispo de Santiago, Julián Barrio. El prelado saludó a los Duques de Palma y a la Casa Real y comenzó su sermón hablando de Santiago como "la capital espiritual del mundo".

Durante la celebración religiosa, la familia estuvo sentada a la derecha del altar y pudieron disfrutar de primera mano del espectáculo del botafumeiro. De hecho, fue en ese instante en el que el duque de Palma regaló unos momentos de lo más tiernos con su hija pequeña, Irene, al abrazarla cuando el incensario comenzó a volar más alto. Y fue también la benjamina de la casa la que protagonizó las anécdotas del día al mostrarse muy inquieta durante el acto. Al final, su padre se decidió por cogerla en brazos para calmar su agitación.

Al finalizar la ceremonia, los cargos eclesiásticos que oficiaron la misa se acercaron a saludarlos y la infanta aprovechó el gesto del arzobispo Barrio para presentarle a sus hijos, con los que el prelado bromeó divertido. El cortejo cumplió con la tradición de abrazar al apóstol Santiago y salió de la Catedral por la misma puerta por la que entraron, la de la Azabachería. Los duques se pararon a saludar a la multitud de curiosos que se acercaron para verlos y se hicieron fotos con muchos de ellos entre gritos de "guapos" y "olé".

A pesar del control del equipo de seguridad -vestidos de paisano- Iñaki se fotografió con un sacerdote coreano y la infanta Cristina charló animadamente con unas monjas que la saludaron.

Tras su paso por Santiago, es posible que la hija menor del Rey asista al almuerzo que ofrecerán hoy los Reyes a Michelle Obama en el Palacio de Marivent y al que también acudirá la princesa Letizia.

El príncipe Felipe, por su parte, no podrá acompañar a la familia real en este acto porque acaba de viajar a Colombia, dónde representará a España en la investidura de su nuevo presidente.