Dos de cada cinco españoles, en su mayoría mujeres, afirman no encontrar su talla de ropa cuando van de compras y, a más de la mitad, esta situación les afecta psicológicamente. Cuatro años después de que el Ministerio de Sanidad y las principales firmas textiles firmasen un acuerdo para unificar tallas y luchar contra los trastornos de la alimentación, una encuesta realizado por la Fundación Imagen y Autoestima, consumidores y asociaciones de lucha contra la anorexia y la bulimia pone de manifiesto que sigue habiendo enormes diferencias entre unas marcas y otras. "En algunos casos, la variación entre prendas de una misma talla es de hasta diez centímetros", advierten los responsables del sondeo.

Para verificar hasta qué punto se ajusta esta afirmación a la realidad, decido recorrer varios establecimientos textiles de A Coruña, probarme todo tipo de prendas y comprobar, in situ, si en todas ellas se comercializa la talla 46, tal y como exigía el acuerdo ministerial.

Mi primera parada es la tienda de una de las numerosas firmas que posee un importante grupo textil en el centro de la ciudad. Después de dar una vuelta por el establecimiento y ponerme al día sobre lo que se lleva esta temporada, decido entrar en el probador para ver qué tal me sientan dos modelos distintos de pantalón: uno vaquero y otro de pinzas y de tiro alto. En ambos casos, cojo la talla 38 porque, a simple vista, parece que es la que me podría sentar mejor. Primer error. El pantalón de pinzas me queda como un guante pero el vaquero no me sube más allá de las caderas.

Un tanto contrariada por el resultado de ese primer experimento - "¿cómo es posible que el tallaje varíe tanto de un modelo de pantalón a otro?", me pregunto una y otra vez- y, antes de abandonar el establecimiento, decido echar un vistazo por la planta donde se exhibe la ropa dirigida a un público más joven. Al ojear las primeras prendas, en seguida me doy cuenta de que, aunque el estilo es bastante similar, el tamaño de las tallas es, indudablemente, más pequeño. Para comprobarlo, entro de nuevo en el probador con un pantalón de pinzas, otra vez de la talla 38, y con un vestido de la M (mediana). Verifico mis sospechas. El pantalón, pese a ser muy parecido al que me había probado antes -¡qué bien me quedaba!-, tan siquiera me abrocha. El vestido, corto, de cuello alto y canalé, también me queda pequeño. Le pido una talla más, la L (la más grande que hay en el comercio) a la dependienta. Me sigue apretando en el pecho.

Decido acercarme hasta una tienda cercana, de otra firma, pero perteneciente al mismo grupo textil. Nada más cruzar la puerta ya me doy cuenta, sin embargo, de que el panorama va a ser más o menos el mismo que en el establecimiento anterior. A simple vista se ve que el tamaño de los pantalones, aún siendo de la misma talla, es más pequeño, y tampoco hay vestidos, blusas o chaquetas de la XL (extra grande), aunque una dependienta me aclara que "sí puede haberla en algunos modelos". Casualmente, en los que yo miro, ni rastro. Esa talla no se fabrica o está agotada. Visto lo visto, me decanto más por la primera opción.

Me dirijo hacia otro comercio, de una marca también muy conocida, pero con ropa pensada para un público algo mayor, que ya supera la treintena. En este establecimiento, la diferencia de precio es bastante considerable -todo es mucho más caro-, y lo mismo ocurre con el tamaño de las tallas -son más amplias-. Por tercera vez en lo que va de mañana, entro en el probador para ver qué tal me sientan unos pantalones. Y de nuevo, opto por la talla 38. "Éstos tallan bastante. A lo mejor, con una 36, que es la más pequeña, te llega", me advierte la dependienta. Tiene razón. La 38, esa talla que primero me apretó, luego me sentó como un guante y que, al tercer intento, ni siquiera me abrochaba, ahora me queda grande.

Me resigno. Llegados a este punto, opto por dar carpetazo a mi experimento. La única conclusión a la que me ha hecho llegar es que, efectivamente, cada uno talla su ropa como le da la gana, que las mujeres con curvas tienen realmente complicado encontrar prendas que les sirvan y que se puede pasar de usar la talla 38 a necesitar la 42 en poco más de diez minutos.