El estadounidense Richard F. Heck, y los japoneses Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki son los galardonados este año con el premio Nobel de Química por "desarrollar nuevos modos eficientes de unir átomos de carbono para construir complejas moléculas que están mejorando la vida cotidiana", según anunció ayer el Comité Nobel, en Estocolmo.

Los tres investigadores compartirán el galardón tras haber desarrollado por separado tres reacciones químicas distintas que emplean catalizadores de paladio para crear enlaces de carbono-carbono mediante emparejamientos cruzados, según la argumentación de la Academia sueca. "Estas herramientas químicas han mejorado enormemente las posibilidades de los científicos para crear (compuestos) químicos sofisticados, por ejemplo moléculas basadas en el carbono tan complejas como las presentes en la naturaleza", informó la Academia. En concreto, estos descubrimientos servirán para sintetizar moléculas nuevas con aplicaciones para la medicina, la agricultura, el sector industrial químico e incluso para el desarrollo de componentes electrónicos.

El profesor de Investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Química Orgánica de Madrid, Félix Sánchez señala que, sobre todo, lo importante es que "ellos abrieron una nueva metodología para acceder a un tipo de moléculas que de otra forma era más complejo y menos selectivo conduciendo en muchos casos a gran cantidad de productos secundarios". La utilización de los catalizadores de paladio permite el desarrollo de nuevos productos que "de otra forma no hubieran podido llegar al gran público por la dificultad de su preparación industrial en cantidades importantes".

"La elección de Neghisi, Suzuki y Heck me parece muy acertada, ya que su aportación ha sido crucial para el desarrollo de nuevas reacciones de formación enlace carbono-carbono y la comunidad de químicos y especialmente los dedicados a la catálisis y la catálisis aplicada a la síntesis de nuevas moléculas estamos de enhorabuena", remarcó.

Heck, nacido en 1931 en Springfield (EEUU), se doctoró en 1954 por la Universidad de Los Ángeles, California, y es profesor emérito de la Universidad de Delaware, en Nueva York.

Su colega japonés Negishi nació en 1935 en Changchun (actualmente, China) y se doctoró en 1963 en la Universidad de Pensilvania, para ejercer posteriormente en la Purdue University (West Lafayette, EEUU).

Por su parte, Suzuki, nacido en Japón en 1930, se doctoró en 1959 por la Universidad de Hokkaido, de la que es actualmente profesor.

El primer ministro de Japón, Naoto Kan, felicitó ayer a los investigadores nipones Ei-ichi Negishi y Akira Suzuki y consideró que el premio servirá para animar a los jóvenes del país a seguir sus pasos.

Naoto Kan se mostró "realmente feliz" por el reconocimiento a los químicos japoneses e indicó, en declaraciones recogidas por la agencia local Kyodo, que "servirá para animar a la juventud a trabajar duro".

Los galardonados con este premio reciben, además del reconocimiento, un premio de aproximadamente un millón de euros (10 millones de coronas suecas) para repartir a partes iguales.

El anuncio del Nobel de Química sigue al correspondiente al galardón del área de Física, anunciado el pasado martes, que fue otorgado a los investigadores de origen ruso Andre Geim y Konstantin Novoselov, por sus revolucionarios descubrimientos sobre el material bidimensional grafeno.

Además, el lunes se anunciaba el premio Nobel de Medicina que recayó en el investigador Robert Edwards por sus avances en el mundo de la fecundación in vitro ya que permitió el nacimiento del primer bebé probeta y avanzar en los tratamientos de infertilidad.

Cuando se anuncian los premios Nobel de Física y Química, a la mayoría de las personas -poco habituadas a tan sofisticados avances- se les dibuja un gesto de duda en el rostro: "Debe ser muy importante, pero ¿será realmente útil?". Una pregunta parecida se hicieron muchos este martes cuando se dieron a conocer los nombres de los nuevos Nobel de Física, los rusos Andre Geim y Konstantin Novoselov, que recibieron tan prestigioso galardón por conseguir un material llamado grafeno.

¿Y para qué sirve el grafeno? En esta ocasión, los entendidos en la materia aseguran que es realmente un material revolucionario. El físico del grupo de Magnetismo y Nanotecnología de la Universidade de Santiago, Jorge Mira, explica de manera sencilla en qué consiste. "El grafeno es un manto de átomos; una especie de sábana de un sólo átomo de espesor. Está hecho de carbono y cada uno de ellos casa de forma perfecta con su vecino mediante tres brazos, que son muy, muy resistentes", describe. Una de las características esenciales de este material es que conduce mucha electricidad, sin interferencias de ninguna clase. Además es muy transparente e impermeable a casi cualquier cosa. Se puede mezclar con otros materiales y sintonizar las propiedades que uno desee, por lo que será una revolución como en su día lo fue el plástico", augura Mira.

Las oportunidades que los expertos ven en el grafeno son infinitas. "Por su dureza permite generar estructuras flexibles pero duras, con lo que será ideal para una nueva generación de pantallas táctiles y paneles solares. Pero lo más importante será su papel en la industria electrónica, que hasta ahora está basada en el silicio y pasará a tener el grafeno como material base", apunta el físico gallego.