El trabajo no solo es vital para el desarrollo y la independencia personal; también es terapéutico en el caso de una persona con problemas de salud mental. Sin embargo, la marginación del mundo laboral representa una de las mayores desventajas sociales que sufre este colectivo. Para conocer los distintos modelos de inserción laboral en marcha en España y en Europa, la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental de Galicia (Feapes) reúne hoy y mañana en Vigo a expertos en este campo dentro de las I Jornadas de Empleo y Salud Mental.

Según José Ramón Girón, presidente de Feapes, uno de los modelos que mejores resultados está teniendo es el de Londres, que explicará la responsable de formación para el empleo del servicio de salud londinense, Becky Priest. "Tiene una amplia red de empleo con apoyo, es decir, el trabajador es seguido por un monitor de empleo, al cual tiene acceso el empleador en todo momento para cualquier duda que tenga sobre la enfermedad o sobre el propio enfermo", resume Girón.

Orientación y apoyo

Un total de 1.475 gallegos fueron atendidos en el servicio de inserción laboral de Feapes, de los cuales, 158 consiguieron un empleo, según la memoria de 2010 del Observatorio de Empleo de Feapes, centro colaborador del Servizo de Emprego de Galicia, creado para facilitar la inserción laboral de las personas con enfermedad mental a través de la información, orientación, formación, intermediación laboral y apoyo para el desempeño del puesto laboral.

Carina Fernández, psicóloga y coordinadora de dicho servicio, asegura que la cifra es muy baja si se tiene en cuenta que en Galicia hay más de 35.000 personas con enfermedad mental. La psicóloga recuerda, además, que menos de un 25% de las personas con enfermedad mental están diagnosticadas y entre un 35 y un 50% no recibe tratamiento en los países occidentales.

Fernández reconoce que conseguir la inserción laboral de estos enfermos es muy complicado por las dificultades derivadas de la propia enfermedad, los prejuicios sociales y la crisis. "La enfermedad mental suele presentar el primer brote entre los 16 y los 42 años y hasta llegar a un diagnóstico real pasa mucho tiempo, lo que supone un parón en la vida de la persona, por lo que muchos pasan años aislados y no tienen formación", comenta la psicóloga, que advierte de que la atención temprana es clave en la evolución del enfermo, al igual que el trabajo, ya que le permite sentirse parte de la sociedad.

"Hay muchos prejuicios en torno a estos enfermos, pero si una persona con enfermedad mental está tratada y recibe el apoyo adecuado puede llevar una vida totalmente normal. No son más agresivos que cualquier otro enfermo. Al contrario, hay más posibilidades de que sean agredidas que de que agredan", insiste.

En este sentido, el presidente de Feapes añade: "Una persona que trabaja, que tiene una responsabilidad se siente integrada socialmente y también mejora porque se encuentra mucho más a gusto. Los empresarios, como la sociedad, tienen prejuicios a la de contratar a estos enfermos, pero una vez que conocen a la persona ese miedo desaparece".