Esa es la cuestión. Y después del parto ¿qué? Durante el embarazo nada tiene importancia salvo el bebé. Lo que más nos preocupa es que se encuentre bien, que las pruebas tengan los resultados esperados, que crezca adecuadamente, que venga sin problemas... y las mamás en un "segundo" plano. No importa sentirse cansadas, dormir mal, el ardor, los vómitos, etc...; todo es "normal".

Cuando nace (y ves que está perfecto) empiezas a plantearte que tú no estás tan bien. Quieres recuperar tu peso anterior, notarte cómoda en tu cuerpo, volver a sentirte como antes del embarazo... y no tienes que sentirte culpable por ello, ya que es lo normal. Lo importante es concienciarse de que cada una necesita un plan personalizado en función de ciertas características: dar o no el pecho, la constitución y fisonomía, los kilos que has ganado durante el embarazo, etc... Y lo mejor es acudir a un profesional como los especialistas en dietética y nutrición.

Debes convencerte de que tras dar a luz, las mujeres experimentan muchos cambios en su vida porque deben adaptarse a la nueva situación. En ocasiones, se ponen a dieta sin buscar asesoramiento, lo que puede suponer un riesgo para su salud y la del bebé, ya que no suelen ser dietas equilibradas que provocan pérdida de energía, dificultan la recuperación de los tejidos, aumentan el estrés y afectan al estado de ánimo.

Los especialistas coinciden en que no todas las dietas son válidas para cualquier persona y que se debe buscar el asesoramiento de un buen nutricionista. Es importante valorar la situación inicial, conocer las expectativas reales y las posibilidades de cada una. El momento es el que quieras, porque se puede empezar a comer de manera saludable desde que el bebé ha nacido, aunque el ejercicio debe esperar un poco más, como mínimo la cuarentena.

Si le das el pecho a tu hijo, tus requerimientos energéticos son diferentes y también lo es tu gasto calórico y tu metabolismo. No tienes que comer por dos, pero sí es imprescindible tener una buena cobertura de todos los nutrientes fundamentales para ti y para tu hijo. Debes incluir todos los grupos de alimentos: cereales, legumbres, pescado, carne, fruta, verdura, lácteos, etc... y en cantidades adecuadas. No se pueden olvidar los minerales y las vitaminas, pues son imprescindibles para lograr un buen equilibrio nutricional. Se considera suficiente incrementar 100-200 Kcal al día con respecto a la madre que no da el pecho.

Si tu hijo toma biberón también debes cuidarte y no eliminar nutrientes fundamentales para ti. Es importante que incluyas en tu menú diario alimentos de todos los grupos y las mismas indicaciones que en el caso anterior. La diferencia fundamental es el número de Kcal, que debe ser un poco menor y que va a resultar algo más difícil perder esos kilos de más que has acumulado durante el embarazo (porque se acumulan para garantizar la lactancia tras el nacimiento del bebé).

A la dieta se debe unir el cuidado del cuerpo. Hay varios tratamientos cosméticos que pueden ayudarte a fortalecer la musculatura, mejorar las articulaciones, reducir la sensación de piernas cansadas, etc.

Suele recomendarse un gel anticelulítico que actúa contra la celulitis y la grasa y redefine el contorno porque favorece la circulación y elimina el exceso de fluido en los tejidos. Se combina con un gel reafirmante con efecto tensor que aumenta la elasticidad de la piel y reduce la flacidez.

También es adecuado realizar una tabla de ejercicios suaves para recuperar la figura. Pueden hacerse con el bebé (lo que refuerza la relación madre-hijo) o en soledad. Permiten mejorar el cuerpo y la mente al favorecer la liberación de endorfinas, que influyen beneficiosamente en el estado de ánimo. Además son preventivos al evitar la aparición de problemas asociados al parto como la pérdida de orina o el dolor durante las relaciones sexuales.

Consulta cualquier duda con tu médico. No tengas miedo a su respuesta porque seguro que te ayudará. Hay "problemas" que pueden ser tratados sin que se vea afectada la salud de tu bebé (y la tuya) como el estreñimiento, el insomnio, la retención de líquidos, etc. con soluciones sencillas y fáciles de seguir.