2012. Sombrero perenne, perilla y actitud recia. El gallego y galeguista confeso Antón Reixa llega a la presidencia de la Sociedad General de Autores (SGAE). Tras esa imagen, aún desconocida para el gran público, se esconde un estudiante brillante, un joven con inquietudes y un ágil empresario -como ya había sido su padre, Eulogio-. El joven que se enfundó un mono azul del naval gallego en los ochenta para gritar aquello de Etiopía ten fame con Galicia caníbal hasta convertirlo en uno de los hits de la movida, nació en Vigo un mes de abril con el nombre de Antonio Javier. Era 1957.

Curiosidades del destino. El azar quiso que en el libro de alumnos destacados de su colegio, su nombre figure renglón seguido de otro famoso gallego, Teo Cardalda, que fue consejero de la SGAE con Teddy Bautista y que también concurría a las elecciones de la Sociedad, en otra lista. El exdirector del colegio Labor, Sergio Saborido, recuerda a aquel Reixa niño como un buen estudiante, al igual que su hermano mayor y lo atestigua un expediente repleto de "dieces".

Ya adolescente y en el instituto, la historia se repite. Reixa coincidiría sin saberlo con algunos de los que serían luego sus compañeros artísticos y de credenciales. "En el colegio, Reixa estaba un curso por delante. Fue después y en Nueva York en casa del escultor Francisco Leiro, donde nos reencontramos e hicimos memoria de aquel tiempo, donde el Opus Dei y la educación franquista hizo tantos estragos", describe el escritor Alfonso Armada en referencia a su breve paso por el colegio. Estudió en aquel momento también con él el filósofo y ensayista Arturo Leyte. "Reixa ya había montado una revista", recuerdan sus compañeros.

Más tarde, en otro instituto, lo recuerda el poeta Manuel Romón, con quien luego integraría el grupo de comunicación poética Rompente. El escritor Xosé Cabido Cid da cuenta de aquel Antón "buen estudiante" en el instituto en 1974. Otro pliegue del destino: El futuro quiso que Cid Cabido se convirtiese, años más tarde, en familia política de Reixa -fue su cuñado- y ahora mismo en su biógrafo.

Parece que tras el Bachillerato, las musas del artista despegan con fuerza. Reixa cursó Filoloxía Galega en la Universidade de Santiago, donde arrancó promoción en 1975. Sus colegas lo definen como precoz en ese momento: se casó antes de terminar la carrera, tuvo a su primera hija, Tania, con 18 años y fue el primero con casa propia. Esa residencia se convertiría en los años posteriores en una especie de guarida creativa de largas noches agotadas hasta el amanecer en debates de ideas. Las vanguardias, dadaísmo, el manifiesto Fóra as vosas sucias mans de Manuel Antonio... y muchas manifestaciones. Contra la sensación ahogante y gris de los últimos años de dictadura, hubo un marcado compromiso. "Tensión política y creativa", en palabras de sus coetáneos. La experiencia del grupo de comunicación Rompente implicó a Antón Reixa, Alberto Avendaño y Manuel M. Romón y de forma más fugaz a Alfonso Pexegueiro y Camilo Valdehorras y duró hasta 1983.

"La relación con la música es una constante a lo largo de la historia de Rompente e incluso hicimos cine en Súper 8", comenta Romón. "Es lo que hoy se llama trabajo interdisciplinar; por eso no me extraña en lo que derivó Reixa, que siguió escribiendo, cantó con un grupo y luego es productor". El aspecto más empresarial también quedó patente en sellos personales, que vienen de lejos: Rompente, a efectos de publicaciones se constituyó como SL. "Aunque no valió para nada más que para peder dinero", bromea Romón.

Entre los fieles de aquella época militaban los artistas Antón Patiño y Menchu Lamas, a caballo entre Galicia y Madrid, y cuya relación llega hasta la actualidad. Esta pareja se encargó del diseño de varios de los poemarios de Rompente. El colectivo Silabario da Turbina fue el primero. El más complejo, según los autores, sería As ladillas do Travesti, obra individual de Reixa y que acabó de editarse luego de que Menchu y Antón Patiño se casaran. Reixa sería el padrino de aquella pintoresca boda, pero a punto de perdérselo por un retraso con su dos caballos amarillo. La propia Menchu Lamas reconoce que pospusieron, gustosos, la luna de miel para completar esa obra. Luego saldría el libro colectivo A dama que fala. De ahí datan un sinfín de anécdotas: "Llegamos a ir en un coche un 25 de julio con un acordeonista que fusionaba La internacional con otra canción", recuerda Menchu. "Reixa siempre fue muy inquieto y decía continuamente esto está muy mal organizado. Al margen de ser creativo, le gustaba implicar a mucha gente y hacer cosas", asegura. "Fueron años muy intensos y muy divertidos de lucha por las libertades; hicimos de todo en el campo plástico; fluxus, happennings ...", añade Patiño.

También guarda recuerdos de esa época su primera hija, Tania Reixa Pino, hoy ayudante de dirección en cine y audiovisual y madre de la nieta de Reixa: "Cuando empezaron, Os resentidos tocaban en el cuarto que usaba mi padre como estudio, lo que hoy en día sería una locura. Eran tiempos divertidos; yo participaba en sus videocreaciones aunque no entendía nada... Venía mucha gente por casa como Julián Hernández, Patiño, Manolo Romón, Ferrín...", comenta Tania.

Fue en 1982 cuando Reixa funda, junto a Alberto Torrado y Javier Soto, el grupo Os Resentidos -luego entró Xabier Debesa-. Antón escribe y canta. Y de esa época es la letra de su canción más popular Fai un sol de carallo (1986), en clara alusión a la movida: Con isto da movida haiche moito ye-yé que, de noite e de día, usa jafas de sol. El disco más aclamado por la crítica fue Jei (Gasa, 1990), elegido por la revista musical Rockdelux. Pero hubo mescolanza. Romón recuerda que él y Reixa se presentaron al casting para cantantes de Siniestro Total. "Aerolíneas Federales llevaron su primera maqueta para que la escuchase mi padre", asegura Tania, la primogénita del artista.

Y otra de las anécdotas más curiosas llega de mano de Julián Hernández, de Siniestro Total. Es Reixa quien le regala su batería, a condición de que forme un grupo. "Nos conocimos cuando yo tenía 18 años y él unos 20", recuerda Hernández, "hubo una convivencia casi marital porque compartíamos local de ensayo ". "El momento fue crucial para que una parte de la intelectualidad gallega aceptase el rock en gallego; la música gallega más allá del alalá", sostiene.

Su segunda hija, la actriz Antela Cid, lo tiene claro a la hora de destacar una virtud de su padre: "Su capacidad de riesgo y de trabajo; su incansable empeño por conseguir con valentía que sus ideas se conviertan en hechos". Un consejo de Reixa marcó bastante su vida: "La decisión más importante de un artistas es decidir ser artista".