Noventa minutos de escape. Noventa minutos en los que no importa que el dinero no llegue a fin de mes, que el paro se alarga ya un año, que el mayor ha suspendido cinco y que el padre tiene inicios de alzhéimer. Noventa minutos para gritar, para emocionarse, para sentirse parte de un colectivo.

El fútbol se ha consolidado como principal opción de ocio de la sociedad española, ya que satisface muchas de las necesidades de los ciudadanos en el ámbito del entretenimiento, el consumo y las relaciones sociales y, sobre todo, porque juega un papel clave como válvula de escape cuando la gente necesita desfogarse.

Galicia es un buen ejemplo para ver la capacidad que tiene este deporte-espectáculo para mover masas. Lo hizo hace solo unos días el Deportivo de A Coruña cuando miles de personas llenaron las calles de la ciudad coruñesa para celebrar que su equipo ascendió a primera división. Y lo harán hoy los vigueses para apoyar del mismo modo a los jugadores del Celta. "La gente quiere y necesita tener emociones, estar en compañía de los demás, no pensar al menos durante un rato en los problemas de la vida diaria y escapar de sus frustraciones, especialmente en tiempos de crisis", explica el profesor de Sociología de la Universidade da Coruña (UDC) José Romay.

Con él coincide el también sociólogo Ramón Llopis-Goig, quien opina que el fútbol no sólo es "el ocio de los ocios" para buena parte de la población, sino "el único contacto para muchos con la belleza, la estética o la creación artística, en la medida en la que este deporte contiene esos valores".

Llopis-Goig asegura en un estudio que el fútbol ha cobrado importancia también por la identificación de los ciudadanos con los clubes o con la selección, algo que trasciende al juego en sí para convertirse en un marco para expresar identidades colectivas".

La formación de esas identidades colectivas está directamente relacionada, según Romay, con las circunstancias en las que nace un equipo determinado. El sociólogo recuerda cómo se formaron los primeros equipos como el Recreativo de Huelva (1889) al que siguen equipos como el Barcelona, el Bilbao o el Sporting de Gijón. "En la mayoría de los casos los equipos se creaban en lugares donde había empresas británicas y ciudades costeras a las que llegan barcos ingleses que aprovechaban los atraques para jugar partidos", apunta. "Más adelante se forman equipos más pequeños que dan grandes sorpresas y contribuyen a la creación de nuevas identidades colectivas, algo que recientemente hemos vuelto a vivir con equipos como el Alcorcón o el Getafe".

Las estadísticas confirman esta realidad: siete de cada diez ciudadanos se identifican con algún club. Pero además, los éxitos de la Selección en 2008 y 2010 lograron que remontara el "patriotismo futbolístico" en España.

Las transmisiones futbolísticas se han convertido en el género televisivo de más éxito, por encima de informativos, programas, documentales o concursos. En el entorno del fútbol se genera el 1% del Producto Interior Bruto y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirmó en su último estudio el interés en el asunto por parte del 54,3% de los españoles, cifra que supera al automovilismo (29,9%) o el tenis (29,6%).

Además, es en el fútbol donde los aficionados al deporte se dejan más dinero para ver la competición en directo: el 54,9% de los encuestados compró, al menos, una entrada el último año.

Al margen del incremento de licencias federativas (600.000 en el año 2000 y 800.000 en el 2010), la importancia del fútbol como clave del ocio se demuestra al comprobar que los medios de comunicación tienen en la transmisión de partidos "uno de los principales contenidos para mejorar sus índices de audiencia", destaca Llopis.

Prueba de ello es el seguimiento por televisión de algunos encuentros en la campaña 2010-2011. El Real Madrid-Barcelona celebrado el 16 de abril de 2011 fue visto por más de once millones de espectadores, una cifra que supera la de la asistencia global a los estadios de Primera a lo largo de toda la temporada, cifrada en 9,8 millones.

Los temas deportivos no conocen rangos sociales ni niveles económicos. "Al ser una cuestión tan extendida, se ha convertido en el tema más frecuente en las conversaciones cotidianas de los españoles con amigos y compañeros; son facilitadores de las relaciones sociales", explica el profesor de Sociología de la Universidade da Coruña José Romay. Pero junto a esta función esencial, Romay destaca también su labor en el "afianzamiento de una genealogía familiar". "El fútbol crea un vínculo entre las distintas generaciones, un punto en común donde desarrollan la afectividad", apunta.

El experto apunta también la creación de un sentimiento de pertenencia que logra este deporte. "Especialmente esto se aprecia en las peñas deportivas, donde las relaciones son más directas. La gente necesita la explosión de emociones que supone el gol; es un pretexto para sentir".

María Dolores González es la coordinadora de la Comisión de Deporte del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia. Esta especialista considera que una de las principales causas del enorme seguimiento del fútbol se encuentra en "la necesidad que tiene la gente de identificarse con un grupo, un sentimiento muy motivador". Esta identificación, apunta González, "es positiva siempre que no se convierta en extrema", destaca.

"Todos tenemos una necesidad de sentirnos bien dentro de un grupo y, especialmente cuando hay problemas, puede ser convertirse en una vía de escape", señala la psicóloga, quien apunta también cómo la afición aumenta cuando el equipo va mejor: "La gente se sube al carro del éxito; tener un objetivo como subir a Primera División hace que la gente se involucre más y se sienta más identificada", concluye.