El exmayordomo del Papa, Paolo Gabriele, se declaró ayer "inocente" de la acusación de robo de documentos reservados del Pontífice durante la segunda audiencia del juicio que se sigue contra él, en la que denunció que fue recluido veinte días en una celda que no cumplía los mínimos requisitos.

Gabriele, conocido como Paoletto, sí se consideró "culpable de haber traicionado la confianza puesta en él" por Benedicto XVI, "que le quería como a un hijo".

El presidente del Tribunal que le juzga, Giuseppe della Torre, pidió al Promotor de Justicia (Fiscal) del Vaticano, Nicola Piccardi, que abra una investigación, después de que Paoletto, tras una pregunta de su abogada, Cristiana Arrú, afirmara que fue recluido en una celda que no cumplía las condiciones necesarias, hasta el punto de no poder estirar los brazos.

El acusado también aseguró que sufrió presiones psicológicas, ya que -narró- durante la primera noche se le impidió usar la almohada y que, durante veinte días, tuvo encendida la luz las 24 horas.

Tras conocer la denuncia, la Gendarmería Vaticana aseguró en un comunicado que esa celda cumple las medidas "estándar", establecidas en otros países para situaciones análogas.

Según la Gendarmería, durante los 53 días que estuvo detenido, Gabriele comió siempre en compañía de los gendarmes que le custodiaban, con los que socializaba.

A Gabriele también se le permitió ir al gimnasio de la Gendarmería, aunque lo rechazó, fue sometido a periódicas visitas médicas y asistía a misa con su familia, con la que pudo hablar sin límites de horarios.

Respecto a la luz, se le mantuvo así para evitar que pudiera lesionarse y por cuestiones de seguridad. "Paoletto pidió -siempre según la Gendarmería- que la luz permaneciese encendida, ya que le 'daba compañía'". No obstante, se le cedió un antifaz para taparse los ojos. También se le proporcionaron sábanas y almohadas.

La Gendarmería aseguró que el acusado estuvo en esa celda -en el Vaticano no hay cárcel- porque estaban reformando otra más grande, a la que fue trasladado una vez acabadas las obras, y anunció una denuncia.

La audiencia duró tres horas y en la misma fue interrogado el secretario de Benedicto XVI, Georg Gänswein, quien dijo que nunca sospechó del mayordomo hasta ver publicado el 19 de mayo en el libro Sua Santita documentos que nunca habían salido de su despacho. También interrogados Cristina Cernetti, una de las laicas que cuidan el apartamento papal, y los gendarmes Gianluca Gauzzi Brocoletti, Giuseppe Pesce y Costanzo Alessandrini, que participaron en el registro del domicilio de Gabriele.

En el domicilio encontraron miles de documentos, muchos de ellos originales, procedentes del despacho de Gänswein, así como el cheque por valor de 100.000 euros de la Universidad Católica de Murcia y una supuesta pepita de oro.