El chino Mo Yan, que recibió ayer en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura, describe en su obra un pasado de China que "es una revisión convincente y mordaz de cincuenta años de propaganda". Así se refirió a este escritor el presidente del Comité Nobel de Literatura, Per Wästberg, durante la alocución con la que le presentó antes de que recogiera de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia la medalla y el diploma que acreditan el premio.

El Konserthuset (Sala de Conciertos) de Estocolmo acogió un año más la entrega de los Premios Nobel, en una ceremonia presidida por los reyes Carlos Gustavo y Silvia de Suecia, y a la que asistieron la princesa heredera Victoria, su marido el príncipe Daniel y los príncipes Carlos Felipe y Madeleine. De todos los Nobel entregados ayer, el que más expectación había suscitado fue el de Mo Yan, seudónimo que significa "no hables" y cuyo nombre es Guan Moye, quien desde que se conoció la atribución del premio ha recibido críticas, entre otros, de disidentes chinos por considerarle un intelectual del régimen.

En su presentación, Wästberg no ahorró elogios a la literatura de Mo Yan, de 57 años, y su retrato de la sociedad china, del que dijo que "describe un pasado que, con sus exageraciones, parodias y derivaciones de mitos y cuentos populares, es un revisión convincente y mordaz de cincuenta años de propaganda".

En una ceremonia a la que asistieron 1.570 invitados y que siempre está marcada por un riguroso protocolo, el primero en tomar la palabra fue el presidente del comité de la Fundación Nobel, Marcus Storch, quien recordó que horas antes en Oslo la Unión Europea había recibido el Nobel de la Paz.

Los laureados, todos hombres, recogieron su medalla y diploma de manos del Rey e hicieron una reverencia al monarca, otra a los miembros de la Academia y la tercera al público, pues el protocolo no establece que puedan hacer discursos. Los premios fueron entregados con el orden habitual, con lo que los primeros en acercarse al centro del escenario fueron los laureados en Física, David J. Wineland y Serge Haroche, elegidos por haber abierto una "nueva era" en la física cuántica. En Química se reconocieron los estudios de Robert J. Lefwokitz y Brian K. Kobilka sobre receptores celulares, a través de los que logran sus efectos casi la mitad de los medicamentos. El británico John B. Gordon y el japonés Shinya Yamanaka, merecieron la distinción en Medicina por demostrar que las células adultas pueden ser reprogramadas para desarrollar cualquier tipo de tejido.

Los últimos en recoger sus medallas fueron los estadounidense Alvin E. Roth y Lloyd S. Shapley, por sus trabajos sobre el diseño de los mercados y su teoría de las asignaciones estables, que les valieron el premio de Economía, creado en 1969 por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel. Como cada año, la Sala de Conciertos estuvo decorada por unas 17.000 flores y hojas enviadas desde Sanremo (Italia), localidad donde falleció Alfred Nobel. Además, los premios vieron este año reducida su dotación económica en un 20%, hasta los 8 millones de coronas suecas, (unos 930.000 euros).