¿Cree que hay supervivencia después de la muerte física? "No se ha demostrado lo contrario", contesta Anabela Cardoso. Desde que solicitó en 2004 la excedencia en el cuerpo diplomático, la excónsul de Portugal en Vigo centró todos sus esfuerzos en una laboriosa y delicada investigación que la ha convertido en una eminencia mundial en TCI (Transcomunicación Instrumental), el estudio de voces electrónicas moduladas que, muy a su pesar, se reconoce popularmente como psicofonías. La autora rechaza esta última acepción por las connotaciones religiosas que conlleva, y ya que en muchos casos voces supuestamente atribuidas a los espíritus de fallecidos se han utilizado para cometer fraudes. En el estudio de esta experta no hay trampa ni cartón. Todas las 200 grabaciones incluidas en el trabajo publicado ahora por la prestigiosa revista norteamericana Neuroquantology Journal han sido registradas en el Laboratorio de Acústica de la Universidad de Vigo con la supervisión de técnicos extranjeros invitados a participar en la que ya es la primera investigación científica hecha en el mundo sobre el fenómeno de la TCI. Un trabajo que prueba la existencia de voces de otra dimensión de vida.

En esa publicación especializada y bajo el título Voces electrónicas, Anabela Cardoso detalla la metodología empleada durante los dos años de grabaciones en el laboratorio universitario y en el estudio de grabación profesional Metrópolis, en la ciudad viguesa. En ambos centros se cumplieron todos los parámetros científicos para descartar de esa manera cualquier clase de manipulación. "Para que la TCI se afirme frente al mundo como auténtica y objetiva vía de comunicación con otra dimensión de vida es necesaria que las pruebas que de ella demos sean convincentes, significativas, claras y honestas por encima de toda sospecha", insiste Cardoso. Precisada esta cuestión, la investigadora avisa de que "no estamos ante un proceso a la carta. No es ponerse en una habitación, convocar a las voces y que te hablen".

En primer lugar se necesitan equipos electrónicos de registro de voz, un ambiente relajado, y de fondo, un ruido blanco como el producido por las radios de ondas costas. En la investigación de la excónsul viguesa, las sesiones no superaron los 20 minutos, y por norma, arrancaron "con unas palabras benignas, sinceras, naturales. Por encima de todo, es importante ser auténtico. No intentar esconder o camuflar sentimientos o pensamientos. Ser como se es y se siente y asumirlo", apunta.

Las preguntas -"siempre deberán evitar temas de naturaleza materialista o previsiones para el futuro", matiza- se formularon en un intervalo de uno a 21 minutos, y todas en la transición del día para la noche, entre 19.00 y las 21.00 horas. Como las respuestas psicofónicas suelen ser débiles y poco claras, es necesario prestar toda la concentración a la hora de rebobinar el audio. "Si se tienen dudas, conviene escuchar varias veces antes de llegar a una conclusión", aclara. De esa manera, se evitará lo que considera "altamente indeseable". "Tomar por paranormal y por contacto con el mundo siguiente algo que no lo es", subraya.

Consciente de la trascendencia de su investigación, Cardoso recalca su actitud ante los resultados: "Cuando hablamos de otra dimensión de vida no sabemos dónde están los límites de lo imposible".

El interés de Anabela Cardoso por la TCI comenzó tras conocer a una madre asolada por el fallecimiento de su joven hijo en un accidente de navegación ocurrido en la Ría de Vigo a mediados de los 90. "Un empleado del consulado de Vigo insistió tanto que no tuve más remedio que recibirla. Me dio tanta pena lo que me contó que acabé impactada. La mujer estaba muy afectada. Había intentado suicidarse y por aquella época se dedicaba de forma incansable a esclarecer las circunstancias en las que murió su hijo. Al final me pidió que contactara con su hijo", recuerda.

Por entonces no era ni mucho menos una experta en el tema, pero a raíz de la conversación con aquella madre desesperada se propuso lo que inicialmente le parecía una locura. "Yo era diplomática y todo me parecía muy raro. ¿Contactar con fallecidos? Y me dije, pues a ver si es verdad", razona. Y hasta viajó a Madrid para reunirse con uno de los más reputados expertos en psicofonías de Europa, el padre José María Pilón. "Fue él quien me recomendó la Transcomunicación Instrumental (TCI)", término acuñado por el catedrático alemán de Física, Ernst Senkowski, para designar el vasto rango de mensajes anómalos recibidos a través de medios electrónicos, tales como grabadoras analógicas y digitales, radios, televisores, ordenadores y otros.

A partir de ese momento, la excónsul se entrega en cuerpo y alma a la investigación de las voces electrónicas. "Al principio se me ponía la piel de gallina. Ahora ya no, porque después de escuchar tantos audios estoy habituada". Y eso que algunas grabaciones son "estremecedoras". Como por ejemplo, en algunas de ellas los "comunicantes" -así denomina a las voces- aseguraban que estaba con ellos "o Doutor Cardoso", en referencia al padre de Anabela, fallecido hace muchos. Y en algunos casos, se dirigían directamente a ella llamándola Bela, un diminutivo que con Cardoso solo se utilizaba en el ámbito estrictamente familiar.

La investigación de la excónsul no ha concluido. De hecho, dispone de un estudio en su casa de Moaña donde cada martes y jueves graba sus contactos con los comunicantes.