Nada más salir al balcón Jorge Mario Bergoglio tras la fumata blanca el pasado miércoles, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, enviaba al Vaticano un telegrama de felicitación en el que trasladaba al nuevo Papa su disposición para "fortalecer las especiales relaciones entre la Santa Sede y España".

La fotografía es muy distinta a la de abril de 2005, cuando el que tomaba el báculo era Benedicto XVI y el entonces presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, acababa de aprobar la ley de matrimonio homosexual. Zapatero no asistió (el Rey representó a España en aquella ocasión). Rajoy lo hizo como jefe de la oposición. Las relaciones entre España y el Vaticano llegaron entonces a hacerse gélidas. Ratzinger se refirió a las políticas sociales del Gobierno socialista como de "anticlericalismo radical". Fue necesaria mucha labor de mediación de Francisco Vázquez como embajador y sobre todo de la exvicepresidenta del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, además de ciertas concesiones, para suavizar las tensiones. La visita de Benedicto XVI en 2006 con motivo del Encuentro Mundial de las Familias ayudó a tender puentes.

El Gobierno que se presentó ayer ante el nuevo papa Francisco desembarcaba en Roma con un panorama muy diferente. Los populares han echado para atrás parte de la legislación rechazada por el hoy Papa emérito. El Ejecutivo de Rajoy ha eliminado la asignatura de Educación para la Ciudadanía -que para Ratzinger era una "amenaza a la libertad religiosa"-; ha recurrido (sin éxito) ante el Constitucional la ley de matrimonio homosexual -"destructiva" para el alemán- y trabaja en una reforma de la ley del aborto.

Prueba del enorme interés de Rajoy -católico declarado, como muchos de los miembros de su equipo- en este acercamiento es la amplia delegación "movilizada" para asistir a la misa de inicio de pontificado. Él mismo se convierte en el primer presidente del Gobierno español en asistir a este acto reforzando la representación real -en este caso, por convalecencia del rey Juan Carlos, los príncipes de Asturias-. Tampoco en octubre de 1978 acudió Adolfo Suárez a la Entronización de Juan Pablo II.

En principio, al parecer, no estaba prevista su asistencia. La elección de un argentino, un hispanoamericano, que habla la misma lengua, disparó las expectativas. Además, Mariano Rajoy acudió, además de con su esposa, bien pertrechado de ministros: el de Exteriores, el de Justicia y el de Interior. Además, del vicepresidente del PP europeo, Jaime Mayor Oreja.

El embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez ya apuntaba estos días que las relaciones entre España y el Vaticano las preside un "buen clima" tras las discrepancias pasadas. La foto interesaba también a Rajoy porque su relación con el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Rouco Varela, no es demasiado buena.

El Papa se interesó ayer por la salud del Rey en su conversación con los príncipes de Asturias y Felipe le invitó a visitar España con estas palabras: "Estaríamos encantados de que venga". "Bueno, como estamos cerca...", respondió el Papa.

Como es tradicional, el papa Francisco ha confirmado a todos los cardenales al frente de las congregaciones por un año para tener tiempo para decidir cambios y nombramientos. Esto garantiza la continuidad momentánea de los cardenales de Madrid y de Barcelona, el gallego Antonio Rouco Varela y Martínez Sistach. Pero tanto el arzobispo de Madrid (77 años) como el de la ciudad condal (a punto de cumplir 76) tienen presentada su renuncia al cargo por edad tal como establece el código vaticano. Según algunos expertos, el mejor situado para la capital de España es el valenciano Antonio Cañizares, exarzobispo de Toledo y hombre de confianza de Ratzinger en la curia. En Barcelona, el cardenal Martínez Sistach, gracias a la prórroga obtenida, podrá influir decisivamente en la sucesión. De acuerdo con las mismas fuentes, el mejor situado es Joan Enric Vives, actual copríncipe de Andorra en su condición de obispo de la Seu d'Urgell. El posible sustituto de Rouco Varela, Antonio Cañizares nació en 1945. Ha sido obispo de Ávila y arzobispo de Granada. En 2002, asumió el primado de España en Toledo. Cardenal desde 2006, es ahora ministro de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (desde 2008).