La primera ministra de Australia, Julia Gillard, pidió ayer disculpas por las adopciones forzosas que se realizaron entre las décadas de 1950 y 1970, una práctica mediante la que se presionó a madres solteras para que entregaran a sus bebés en adopción.

"Hoy este Parlamento, en nombre del pueblo australiano, asume la responsabilidad y pide disculpas por las políticas y prácticas que forzaron la separación de las madres de sus bebés, lo que creó un legado de toda una vida de dolor y sufrimiento", afirmó Gillard, quien lamentó que se negara a estas madres información sobre sus derechos para que pudieran tomar una decisión consciente.

"A ustedes les dieron falsas garantías, fueron forzadas a soportar la coerción y brutalidad de unas prácticas deshonestas, sin ética y, en muchos, casos ilegales", aseguró la primera ministra.

Unos 150.000 recién nacidos fueron separados de sus madres solteras por hospitales, agencias de adopción y organizaciones religiosas a causa de una práctica introducida por las autoridades y el puritanismo de una época que estigmatizó a estas mujeres.

Muchas de ellas fueron drogadas, atadas a las camas de hospital y forzadas a firmar los papeles de adopción sin poder ver a sus recién nacidos entregados a otros padres, en muchos casos, sin documentos.